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Dra. Cristina Talavera - Consejera Cristiana
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Anorexia Nerviosa

La anorexia mental o anorexia nerviosa es un síndrome psiquiátrico que se centra sobre la negativa del enfermo (generalmente mujeres) a comer, conllevando una alarmante pérdida de peso. Suele aparecer en mujeres jóvenes, solteras en edades entre la pubertad y la adolescencia. Hay casos tardíos y también alguna excepción masculina (hay un hombre por cada 10 mujeres). La frecuencia de la enfermedad va en aumento durante los últimos años (una adolescente de cada 200). Es un grave trastorno alimentario en el que la persona presenta un peso inferior al que sería de esperar por su edad, sexo y altura. En índice de mortalidad ronda el 6-10% de todas las pacientes afectadas.

    No está claro el origen de la anomalía. Los psicoanalistas lo atribuyen al rechazo inconsciente a la feminidad. Muchos casos se inician tras un período de obesidad y la preocupación de la paciente por recuperar la línea. El conflicto con la familia, especialmente con la madre, es uno de los elementos constantes que dominan el cuadro clínico. Aunque el aumento de esta enfermedad durante los últimos años también se atribuye a un cambio en el ideal de belleza dentro de los países desarrollados. En el mundo occidental aparece la delgadez como símbolo de belleza, salud y éxito social, y se condena la obesidad.

Las personas que sufren anorexia nerviosa presentan ciertos rasgos característicos, son obsesivas, perfeccionistas, altamente competitivas, inteligentes, inmaduras emocionalmente, con una baja autoestima y muy dependientes de su familia. Su autoestima depende de su peso y su silueta. Otra de las características es la dificultad que tienen en sus relaciones sociales, distorsionan o devalúan su apariencia y no quieren ser observadas ni juzgadas, eso favorece una cierta fobia social. Aprenden a reducir la ansiedad evitando las situaciones que les angustian, como las reuniones sociales, ir a sitios públicos, etc. 

Son poco conscientes de su problema, y por ello es muy difícil que consulten a un especialista por la pérdida de peso. Generalmente acuden al médico por malestares somáticos causados por la falta de alimentación.

Criterios para diagnosticar la anorexia nerviosa

  1. Negativa de mantener el peso corporal en o por encima del mínimo, según la edad y talla. Por ejemplo, pérdida de peso manteniendo éste por debajo del 85% esperado, o no incremento durante el crecimiento no alcanzándose el 85% del esperado. A partir de una pérdida de aproximadamente el 15% del peso se considera anorexia, pues ya aparece la malnutrición. Cuenta el peso perdido más el no ganado si está en fase de crecimiento.

  2. Miedo intenso a aumentar de peso o a volverse gordo aún teniendo infrapeso. Este miedo aumenta a medida que disminuye el peso, es un miedo fóbico (lipofobia).

    1. Alteración del modo de experimentar la la forma o peso del propio cuerpo. influencia injustificada de la forma o el peso en la autoimagen, o negación de la importancia del bajo peso actual.

    2. En mujeres con regla instaurada, amenorrea o ausencia de por lo menos 3 ciclos menstruales consecutivos. Es una clara manifestación de malnutrición y aparece tras perder un 15% del peso.

    3. Falta de conciencia de enfermedad.

    Primeros síntomas

    Disminución de la temperatura corporal (suelen tener frío aún cuando hace calor).

    Caída del cabello.

    Ligera bradicardia (enlentecimiento del ritmo cardíaco).

    Estreñimiento.

    Calambres.

    Amenorrea.

     

    Posteriormente aparecen más síntomas y se agravan los ya existentes. Se produce una alteración del estado de ánimo, las enfermas se muestran nerviosas, inquietas, tristes, coléricas, etc. Al final el comportamiento de las anoréxicas acaban siendo de tipo compulsivo, no pueden dejar de comer como lo hacen pues se angustian demasiado, hay una obsesión.

    Tipos de anorexia

    - Anorexia de tipo restrictiva: durante el episodio de anorexia, la persona no presenta episodios recurrentes de sobreingesta masiva o conductas purgativas (vómitos autoinducidos o mal uso de laxantes y diuréticos). Se da en un 70-80% de los casos y suelen ser personas que realizan mucho ejercicio físico.

    - Tipo bulímica o purgativa: en este tipo, durante el período de anorexia, la persona incurre regularmente en atracones o conductas purgativas. Es menos habitual que el anterior.

    Las familias de estas pacientes suelen ser sobreprotectoras (en especial las madres) y tienen expectativas muy altas con respecto a sus hijos que dificultan el desarrollo de su autonomía e independencia en la adolescencia. La anorexia aparece en este contexto como un esfuerzo para satisfacer a los padres, logrando de esta manera la configuración de una identidad débil a cuestas de una opresión familiar. Generalmente estas familias niegan la existencia del conflicto.

    Factores predisponentes: se han descrito factores genéticos, el sexo femenino, la edad (13-20 años), características de la personalidad (introversión, inestabilidad), obesidad, factores familiares, afectivos, emocionales, nivel social medio-alto y presiones socioculturales.

    Factores precipitantes: cambios corporales, críticas sobre el cuerpo, incremento rápido de peso, contactos sexuales y acontecimientos vitales potencialmente estresantes (separaciones, pérdidas).

    Factores de mantenimiento: factores cognitivos, afecto negativo, conductas purgativas, interacción familiar, aislamiento social y actividad física excesiva.

    Tratamiento

        Por la gravedad de la enfermedad y el mal pronóstico ambulatorio, el tratamiento suele ser hospitalario, para romper el círculo vicioso de hostilidad con la familia, y realizar la alimentación controlada y tratamientos psicoterapéuticos.

        Son pacientes que protestan de su ingreso, se consideran normales y creen injustificada cualquier terapéutica, que hacen todo lo posible por evitar.

        El primer paso del tratamiento es la recuperación del peso hasta valores normales. El segundo es el tratar de mantener el peso conseguido y prevenir las recaídas. Se hace hincapié en los aspectos nutricionales, aunque también es importante que rompan los círculos viciosos de conductas familiares que mantienen el trastorno alimenticio.

        El tratamiento farmacológico de la anorexia nerviosa tiene poco éxito, por lo que casi no se practica. En casos donde existe mucha ansiedad se administran neurolépticos y antidepresivos, sin embargo muchas veces la depresión en la anorexia aparece como consecuencia de la desnutrición, por lo que al recuperar la paciente el peso normal, ésta puede desaparecer.

    Bulimia Nerviosa

    La bulimia es un trastorno que se manifiesta por crisis de apetito voraz e incontrolado. Es frecuente que se combine con actitudes de anorexia, y la paciente después de cada ingestión desordenada intente vomitar, tome laxantes, diuréticos, etc. Excepto la crisis de bulimia, la conducta global es parecida a la de una anorexia nerviosa, con la preocupación obsesiva por no engordar. La lucha entre la atracción por la comida y el rechazo posterior se vive con ansiedad, sentimiento de culpa y autodesprecio.

    La vida de la paciente se centra en la comida, comer o expulsar lo comido por medio de vómitos y laxantes, domina su campo de interés.

    Criterios para diagnosticar la bulimia nerviosa:

    A)  Episodios recurrentes de sobreingesta:

    1. Comer en poco tiempo más comida que la mayoría de la gente en tiempo y circunstancias similares.

    2. Durante el episodio, sensación de falta de control sobre la ingestión. Hace algo que en realidad no quiere hacer. Es un comportamiento compulsivo.

    B)  Conducta compensadora inadecuada y recurrente a fin de evitar el aumento de peso:

    1. Vómitos autoinducidos.

    2. Laxantes, diuréticos u otras medicaciones.

    3. Ayuno.

    4. Ejercicio físico excesivo.

    C)  La sobreingesta y las conductas compensadoras se producen, como promedio, por lo menos dos veces por semana durante tres meses.

    D)  La autoimagen está injustificadamente influida por la forma y el peso del cuerpo.

    E)  El trastorno no se produce exclusivamente durante episodios de anorexia nerviosa.

        En la bulimia nerviosa no existe malnutrición como en el caso de la anorexia, y el peso de la paciente es normal.

    Tipos de bulimia

    - Tipo purgativo: la persona recurre al vómito, el uso de laxantes, diuréticos y enemas. Presentan una importante distorsión de la imagen corporal, mayor deseo de estar delgadas, más patrones anómalos alimentarios y psicopatología (sobretodo depresión y obsesiones) que las de tipo no purgativo.

    - Tipo no purgativo: la persona usa otras conductas compensatorias no purgativas como el ayuno o practica ejercicio intenso.

        Las personas bulímicas suelen ser emocionalmente inestables, con síntomas ansiosos, impulsivas y con tendencia a la automedicación. Se caracterizan por tener una baja autoestima y gran necesidad de aprobación externa. También tienen menos tolerancia a la frustración. Al igual que las anoréxicas demuestran una excesiva preocupación por su peso y silueta y tienen tendencia a la obesidad.

        Una diferencia llamativa entre las anoréxicas y las bulímicas es que las primeras, en principio, rechazan su feminidad y no manifiestan ningún interés erótico o sexual. En cambio las bulímicas, hacen los sacrificios de no comer para estar más atractivas y buscan el galanteo casi obsesivamente, manteniendo en secreto sus problemas de alimentación, que dominan su vida tanto como la de las anoréxicas.

        El trastorno bulímico suele aparecer en edades posteriores a la anorexia, entre los 16 y 20 años. Sobre un 1-2% de las bulimias pueden hacer también anorexia. La mortalidad también es menor, sobre el !5 o menos, y suele ser por suicidio debido a la depresión y ansiedad que sufren por su patología.

    Factores predisponentes: presencia de trastornos afectivos entre familiares, abuso de sustancias, obesidad, gran preocupación de los padres por el peso y la figura de su hija, presencia de trastorno afectivo, obesidad, abuso sexual y diabetis mellitus.

    Tratamiento

        El tratamiento de la bulimia es psicoterápico, difícil y prolongado. Responde mejor a la terapia de grupo que a la individual.

        El objetivo principal es la desaparición de los atracones y de las conductas compensadoras, para lo cual se puede hacer tratamientos psicoeducativos con resultados eficaces. También se hace terapia familiar para reducir el círculo vicioso de las conductas familiares precipitantes.

        En cuanto a la medicación, a corto plazo los tricíclicos son efectivos para la reducción de atracones y vómitos, pero no a largo plazo. Además producen efectos secundarios indeseables. Los IRSS (inhibidores de la recaptación de serotonina) han obtenido muy buenos resultados, con menores efectos secundarios que los anteriores.

Una mirada a la obesidad

La obesidad es un exceso de grasa corporal acumulada en el tejido adiposo que va acompañada por un incremento del peso del cuerpo. Sin embargo, existen personas que aún superando el peso adecuado no son consideradas obesas porque el exceso no se debe a tejido adiposo (grasa), sino a masa muscular (por ejemplo los culturistas). En condiciones normales la grasa constituye, en una persona joven, entre el 15 y el 18% del peso corporal para hombres, y entre el 20 y 25% para mujeres.

Hace muchos años la obesidad fue la mejor forma que tenía el ser humano de acumular reservas energéticas para épocas de escasez de alimentos. Nadie se preocupaba entonces del exceso de grasa en el cuerpo. Hoy, se sabe que la obesidad puede dañar la salud y afectar a la vida personal, familiar, sexual, laboral y social de quien la sufre.

En la actualidad, existe una gran presión en la sociedad respecto al "culto al cuerpo". Una consecuencia directa de esta presión es la apariencia, y muchas personas tratan de seguir el modelo estético de la delgadez. Este hecho se refleja en el gran número de publicaciones existentes sobre nutrición. En el ámbito de los profesionales médicos se está extendiendo la preocupación relacionada con las posibles consecuencias sobre la salud y el bienestar psicosocial de las personas adictas a cualquier tipo de dieta.

La obesidad ha dejado de ser un problema exclusivamente estético y poco a poco empieza a considerarse como una verdadera enfermedad crónica y habitual en los países desarrollados, donde el 45% de los hombres y el 38% de las mujeres presentan algún tipo de obesidad o exceso de peso, según demuestran estudios recientes. Esto es debido, fundamentalmente, a un cambio en los hábitos dietéticos y a una disminución de la actividad física.

Es muy importante tener en cuenta que el obeso es un individuo con un riesgo aumentado de padecer ciertas enfermedades:

-

Diabetes mellitus de tipo II (no dependiente de insulina).

-

Enfermedades de la vesícula.

-

Alteraciones del sueño.

-

Hipercolesterolemia (aumento del colesterol), hipertrigliceridemia (de los triglicerídos)  e hiperuricemia (del ácido úrico).

-

Enfermedades coronarias e infarto de miocardio.

-

Hipertensión arterial.

-

Cálculos biliares o piedras de la vesícula biliar.

-

Riesgo ligeramente aumentado de padecer: cáncer (mama, colon),  anormalidades en las hormonas sexuales, síndrome de ovarios poliquísticos, fertilidad disminuida, aumento de las anomalías fetales por obesidad materna, dolor lumbar y aumento del riesgo anestésico.

-

Así mismo, en los sujetos obesos pueden producirse una serie de alteraciones psicológicas que pueden ir desde la ansiedad leve hasta la pérdida de autoestima y depresión.

-

Insuficiencia respiratoria y problemas pulmonares.

-

Alteraciones de la menstruación e infertilidad.

-

Alteraciones dérmicas e infecciones fúngicas de la piel en los pliegues cutáneos que aparecen en los obesos.

-

Problemas óseos y articulares.

La disminución de peso va a conllevar un beneficio en aquellas patologías que sean reversibles. Se notará mejoría en las articulaciones, en la respiración, en la regulación de la presión arterial, en las apneas del sueño y en el exceso de triglicéridos y ácido úrico.

CRITERIOS DE OBESIDAD

Existen diferentes métodos para calcular la cantidad de grasa corporal que tiene una persona. La forma más frecuentemente utilizada es el Índice de Masa Corporal (IMC) o Índice de Quetelet.

IMC = Peso en Kilogramos / altura (en metros) elevada al cuadrado

Valor del IMC
VALORACIÓN

TRATAMIENTO

< 20
Peso inferior al normal

Requiere control médico-nutricional.

20 - 24,9
Peso normal

No requiere tratamiento.

25 - 26,9
Sobrepeso (riesgo bajo)

Necesita adecuar y modificar sus hábitos alimentarios y/o de sedentarismo.

27 - 29,9
Sobrepeso (riesgo moderado)

Idem anterior. Además de llevar un control más profundo de su estado de salud general.

30 - 34,9
Obesidad (riesgo alto)

Modificar sus hábitos alimentarios, modificando muy sensiblemente sus actividades de movimiento para no producir lesiones de origen hosteo-articular.

> 35
Obesidad severa (riesgo muy alto)

Modificar sus hábitos alimentarios fundamentalmente. Hasta tanto no se logre bajar a una intensidad de obesidad menor, no modificar los hábitos de actividad.

CAUSAS

El exceso de acumulación de grasas se produce cuando una persona aporta (en forma de alimento) excesiva cantidad de energía a su cuerpo, superando la gastada por actividad metabólica o física.

Aunque la causa más común de la obesidad es la sobrealimentación, debemos considerar otros factores que influyen en la aparición de este problema:

*

Desequilibrio calórico, principalmente por la desproporción entre la cantidad de alimento ingerido y el gasto energético. Influyen el tipo y cantidad de alimentos consumidos, así como el número y la frecuencia de las comidas. Se ha observado que personas que comen 2 ó 3 veces al día tienden más a la obesidad que las que lo hacen 5 veces. Sin embargo, el picoteo entre horas es característico de muchas personas obesas.

*

Factores genéticos (responsables de un 30% de los hechos relacionados con el peso) y ambientales, es decir, la existencia de familiares directos obesos y los hábitos dietéticos de la familia.

*

Factores socioeconómicos. Estudios epidemiológicos han mostrado que la obesidad es mayor en la clase baja que en la alta, siendo más marcada en las mujeres que en los hombres.

*
Enfermedades de varios tipos: endocrinas, trastornos del metabolismo de la glucosa y grasas del hipotálamo (encargado del control del apetito y de la sensación de saciedad).
*
Inactividad física.
*
El consumo de cierto tipo de medicamentos.
*
Factores psíquicos ligados a situaciones emocionales conflictivas.
TRATAMIENTO

El mejor tratamiento de la obesidad es, sin duda, la prevención, es decir, fomentar unos hábitos de vida saludables y una alimentación adecuada.  La prevención de la obesidad es una tarea difícil y debe estar dirigida no sólo a las personas con un sobrepeso leve, sino también a aquellas con un peso normal, y debe de realizarse en todas las etapas de la vida:

-

Lactantes: preparación adecuada del biberón.

-

Niños: educación nutricional.

-

Adolescentes: periodo de difícil influencia, pero crucial, puesto que es a esta edad, junto con la infancia, cuando se adquieren los hábitos alimentarios que seguiremos durante nuestra vida.

-
Adultos: dificultades por la rutina y la falta de ejercicio.

Por otro lado, debemos tratar adecuadamente las enfermedades subyacentes, si existen. A partir de aquí, depende de buscar el equilibrio, mediante ajustes en la dieta, que debe de ser la adecuada para la actividad que se realice. Por ello, una dieta muy intensiva en personas muy activas es contraproducente. Debe de tenderse a realizar dietas más suaves y más mantenidas.

Una vez alcanzado el peso ideal, debe mantenerse la vigilancia del equilibrio entre la entrada de alimentos y el consumo de energía.

El tratamiento de la obesidad debe luchar por una disminución selectiva de peso, actuando sobre las grasas, y ha de diseñarse individualizadamente para cada persona.

TIPOS DE TRATAMIENTOS
Tratamiento Dietético

El tratamiento dietético debe ser totalmente individualizado, es decir, tras calcular las necesidades energéticas del individuo, se realiza una restricción calórica y se diseña la dieta en función de las recomendaciones marcadas, siguiendo en lo posible las preferencias del paciente, consiguiendo que esta dieta sea equilibrada y que cubra las recomendaciones establecidas de cada uno de los nutrientes (grasas, vitaminas, minerales...).

Existe gran variedad de dietas con características muy diferentes (altas en proteínas, en grasas y bajas en carbohidratos, altas en proteínas y bajas en grasas y carbohidratos,  altas en hidratos de carbono y bajas en proteínas y grasas, etc.).

Los alimentos se elegirán en función de las características de los mismos, siendo poco aconsejables: el chocolate, la pastelería, los plátanos, las uvas, higos, purés instantáneos, sopas de sobre, refrescos azucarados, etc.; útiles e interesantes si se consumen con moderación: pan, legumbres, patatas, pastas alimenticias, aceite, quesos grasos, etc. Es muy importante para nuestro propósito el consumir fundamentalmente alimentos de alta calidad y bajo aporte calórico.

La elaboración de los platos debe ser variada y sencilla (horno, vapor, hervidos o a la plancha). Deben emplearse menos de dos cucharadas de aceite al día, y preferentemente "en crudo". El agua debe ser abundante.

No eliminar la sal excepto en el caso de enfermedades asociadas, aunque hay que tener presente que los alimentos contienen sodio, por lo cuál se debe "añadir" en poca cantidad.

Parece aconsejable aumentar el número de ingestas al día.

En cuanto al uso de productos dietéticos, debe decirse que la dieta hipocalórica equilibrada puede ser suficientemente variada y adecuada sin recurrir a ellos. No obstante, pueden ser útiles si se utilizan adecuadamente, para aportar variedad, sabor o colorido a la dieta. Por otro lado, los edulcorantes artificiales no son peligrosos si se consumen en cantidades moderadas.

Ejercicio Físico

El sedentarismo es una de las causas precursoras de la obesidad. Es muy frecuente en los adultos, pero cada vez se observa más en los niños que dedican su tiempo libre a ver la televisión o a practicar juegos inactivos (vídeo-consolas y ordenador). El ejercicio físico, adaptado a las características y circunstancias de cada individuo,  no sólo ayuda a disminuir el peso, sino también a mantenerlo.

Tratamiento Farmacológico

El sueño dorado de los obesos es una pastilla para adelgazar, que les permita comer sin reservas sin aumentar de peso, e incluso adelgazar.

Los fármacos para el tratamiento de la obesidad basan su acción en tres aspectos:

1.

Aplacar la sensación de hambre disminuyendo así la ingesta de nutrientes.

2.

Interferir la absorción intestinal de nutrientes.

3.

Aumentar el gasto metabólico de nutrientes.

4.
Agentes saciantes que disminuyan el apetito.
Psicoterapia

Es frecuente encontrar obesos con problemas emocionales como ansiedad y depresión, pero hasta el momento actual no se han logrado buenos resultados con este tipo de tratamiento. Hoy en día, numerosas investigaciones van encaminadas a la modificación del comportamiento a través de la educación nutricional y el apoyo psicológico.

Tratamiento Quirúrgico

El tratamiento quirúrgico de la obesidad está indicado en aquellas personas entre 18 y 55 años que padecen sobrepeso severo y que no han conseguido perder peso con los tratamientos anteriores.

A pesar de la publicidad que se está dando últimamente al tratamiento quirúrgico de la obesidad, no hay que olvidar que implica riesgos importantes debido a que es un tratamiento muy agresivo, y sólo un porcentaje pequeño de los pacientes obesos son candidatos a la cirugía.

La dificultad en el tratamiento de la obesidad y el deseo de unos resultados rápidos, han hecho que a veces se utilicen métodos no sólo inadecuados,  si no incluso perjudiciales para la salud y sin ningún rigor científico.

El número de personas que sigue dietas se ha incrementado hasta tal extremo  que llegan a ser más que el número de personas con sobrepeso u obesidad. Esta fiebre por el seguimiento de dietas no solamente afecta a la población adulta, de hecho cada vez afecta a edades más tempranas y ha contribuido a que periódicamente se pongan de moda "dietas milagrosas" para adelgazar que prometen grandes pérdidas de peso en poco tiempo.

Entre las dietas que se utilizan con frecuencia para adelgazar están las "dietas cetogénicas" con muy bajo contenido en hidratos de carbono (cereales y derivados, legumbres, verduras, hortalizas y frutas) y un consumo exagerado de grasas. Con este tipo de dietas se pierde sobre todo agua y masa muscular, pero poca grasa. Además, implica una sobrecarga funcional muy importante para el hígado.

Otro ejemplo de este tipo de dietas es la denominada dieta disociada,  que no aconseja tomar en la misma comida "ácidos y almidones" (por ejemplo, naranja y arroz), "almidones y alimentos proteicos" (por ejemplo, patatas con carne), "grasas y proteínas" (por ejemplo, aceite y carne), etc., "la dieta de los trece días", "la dieta del chocolate", "la dieta de la sopa milagrosa", "la dieta del melocotón en almíbar", "la dieta del pomelo" y un sinfín de ellas asentadas en criterios absurdos y sin fundamento científico alguno.

CAMBIOS EN EL ESTADO DE ÁNIMO DURANTE LA DIETA

En relación con las consecuencias psicosociales positivas y negativas que producen las dietas en las personas que tienen sobrepeso, los estudios realizados proporcionan resultados contradictorios: unos defienden que los obesos que siguen dietas obtienen beneficios psicológicos, mientras que otros muestran haber encontrado consecuencias psicológicas adversas como ansiedad, irritabilidad, preocupación frente a los alimentos y depresión como consecuencia de los ayunos prolongados o la recuperación de los kilos perdidos.

El atractivo físico
Una servidumbre asumida por todos

Llega el buen tiempo, y con él la preocupación por recuperar un aspecto físico que resalte nuestros puntos fuertes y oculte o haga desaparecer aquellos de los que menos podemos presumir.

Esta servidumbre hacia nuestra presencia física es en realidad permanente, aunque se acentúe en verano porque nos mostramos con menos ropa y porque playa y piscina delatan los kilos de más y lo poco apolíneo de nuestra figura.

Todos somos conscientes de la importancia de nuestro aspecto exterior en las relaciones que mantenemos con los demás e incluso en nuestra propia

autoestima. Podemos hacer oídos sordos a tanta imposición proveniente de la publicidad, el cine, la TV. la moda...., vivir al margen de esta dictadura estética y sentirnos satisfechos con nuestro aspecto por poco agraciado que sea. Pero, ¿qué ocurre si nos gusta agradar y trasmitir una buena imagen pero, a la vez, no aceptamos participar de esa frustrante obsesión por alcanzar unas metas que no podemos conseguir? Lo que la mayoría de nosotros pretendemos es, simplemente, mostrar un físico que hable bien de nosotros, explotando al máximo nuestros propios recursos y, en definitiva, gustar a los demás, pero sin que ello signifique someternos a tiranía alguna o perjudicar nuestra salud.

Una buena opción sería concebir el tema como un juego lúcido y creativo, en el que cada uno convierte a su cuerpo en un envoltorio lo más sugerente posible y a la vez coherente con la imagen que tiene de sí mismo.

Todas las alternativas son posibles, pero las más compasivas con nuestro equilibrio emocional serán las que partiendo del ejercicio de nuestra libertad y sistema de valores, nos posibiliten una presencia física que consigue que nos sintamos a gusto en nuestro cuerpo. Y vivir sin obsesiones ni traumas al respecto. No olvidemos que una buena parte del atractivo que comunicamos depende de cómo nos vemos a nosotros mismos.

Para los guapos, la vida es más fácil

Las personas físicamente atractivas son consideradas más persuasivas y tienen más posibilidades de encontrar pareja. Son más apoyadas socialmente y normalmente funcionan mejor con el lenguaje no verbal. Además, es habitual que se encuentren mejor adaptadas al medio en que viven, que resulten más deseables para los demás, que produzcan una mejor impresión inicial y que sean percibidas como más competentes, más sanas e incluso menos propensas a desarrollar enfermedades mentales. Y, para rematar, se las ve como más dotadas en el ámbito de las relaciones sentimentales.

Todo lo anterior (así de cruda es la realidad), se basa en la premisa "Todo lo bello es bueno", descrita por Dion, Berscheid y Walster en 1972. Según ese principio, se ha aprendido a catalogar a las personas como buenas según las pautas que han ido trasmitiendo los medios de comunicación, sobre todo, el cine, en el que se establecen predeterminadamente las caras que corresponden al bueno y al malo de la película. Un concepto esencial es la autoimagen corporal, o percepción de las cualidades y atributos físicos de uno mismo. La insatisfacción refleja la discrepancia entre los atributos físicos autopercibidos y los estándares sociales que el sujeto ha ido interiorizando.

El atractivo físico es fuente de influencias sociales, que casi siempre operan a favor de la persona que cumple los cánones de belleza. Como demuestra P. Popovich, los jurados de EEUU son más benevolentes con los inculpados de acoso sexual cuando son hombres atractivos y la víctima es poco agraciada. El atractivo también favorece el acceso a diversos escenarios sociales y profesionales: la política, la TV y el cine, la moda y la publicidad, las relaciones públicas... En cuanto a liderazgo, una persona bella es normalmente considerada más exitosa y con mayores habilidades sociales, más ambiciosa y competente.

Atractivo físico y autoimagen

Compararse con ideales elevados puede ser devastador, al conducir a sentimientos de poca valía personal y al desarrollo de desórdenes alimenticios. Y la imagen que se tiene de uno mismo depende de las modas y las circunstancias sociales. No son iguales los cánones de belleza de los años 40 y los actuales. La influencia será mayor sobre personas más inseguras, o con gran sentido del ridículo, y sobre las más susceptibles a la presión cultural.

Las mujeres que se acercan más a sus propios modelos de belleza presentan niveles de autoestima mayores y manifiestan sentimientos más positivos sobre sí mismas.

La imagen saludable es un factor relacionado con el atractivo físico, pero no corresponde siempre con estados de salud correctos. Esto se ve en la percepción que se tiene del bronceado en la piel, tipificado como expresión de salud a pesar de que está asociado al envejecimiento prematuro de la piel e incluso a una mayor propensión al cáncer de piel.

Atractivo físico y diferencias de género

La mayoría de las mujeres desean ser más delgadas. Esta discrepancia en la autoimagen está detrás de trastornos alimenticios como la anorexia o la bulimia. Y muchos hombres quieren un peso diferente al que poseen; algunos están descontentos con su musculación y desean una constitución más atlética, otros simplemente sueñan con adelgazar. Cuando ellos aspiran a ganar peso, buscan aumentar su peso muscular. En cuanto al tamaño del busto femenino, aunque ellos prefieren en general uno más grande que ellas, un tamaño medio resulta atractivo para ambos sexos. El ideal sobre el color de ojos es bastante congruente con el color de ojos propio; sin embargo, la mayoría de las mujeres de nuestro país asumen que los hombres los prefieren azules en ellas. También se sabe que las mujeres presentan mayores discrepancias que los hombres entre su aspecto ideal y el real en lo que se refiere a musculatura, piel, peso...

Ahora bien, hombres y mujeres descontentos se preocupan de igual manera en mejorar su apariencia física. La insatisfacción con el cuerpo aumentaría después de los veinte años en las mujeres y en los hombres aún no se ha determinado una edad en que comienza esta percepción.

A las mujeres obesas se las ve menos atractivas y deseables como parejas, y se considera que poseen menos habilidades sexuales. Por ello, pueden ser percibidas con menores posibilidades de mantener una pareja sexual estable, e incluso de experimentar deseo sexual. A su vez, los obesos son considerados menos atractivos en el ámbito sexual y menos deseados como parejas.

Concluyamos...

De los artículos publicados por la revista Journal of Applied Social Psychology, se concluye que el atractivo físico es un montaje social determinado culturalmente y que varía según patrones de estética y tendencias que dicta la moda, que su vez influyen sobre el establecimiento de relaciones sociales, y los juicios sobre la propia imagen corporal.

Por otro lado, las personas con más sentido del ridículo o menos criterio son más susceptibles a la comparación social y a la influencia de los estereotipos estéticos. Es conveniente que todos tengamos un ideal de belleza realista, conseguible. El bronceado, las posturas físicas que adoptamos, la manera de relacionarnos con los demás, la mirada, o mantener un peso adecuado son esenciales a la hora de determinar el nivel de belleza de las personas. El atractivo físico influye en las relaciones interpersonales y en la formación de la autoimagen. Por tanto, está en la base de la autoestima de las personas y el condicionamiento es tal que puede determinar la actitud ante la vida o poner en peligro la calidad de ésta.

Gustar sin disgustarnos
  • Los modelos de belleza vigentes responden más a criterios mercantilistas que a modelos de salud y bienestar.
  • No aceptemos un modelo único para nuestro sexo: significaría negar la diversidad y la especificidad de las personas, así como las etapas por las que pasa la vida.
  • Construyamos nuestro propio modelo, partiendo del conocimiento de nuestro cuerpo, sabiendo cómo es, cómo se expresa, cómo siente y qué le gusta.
     
  • Aceptémonos como somos, y cambiemos de nuestro aspecto sólo lo que nos desagrada.
  • Seamos nuestro mejor amigo, valorando cómo somos y sintiendo elorgullo de ser únicos.
  • Subrayar el orgullo de ser quienes somos afianza la seguridad que permite una actitud positiva y vitalista, que a su vez actúa como un imán que atrae relaciones de igual índole. Nuestro atractivo no se mide por comparación.
  • Mirando de afuera hacia dentro estaremos mediatizados por la imagen que se nos propone y sólo conseguiremos desvalorizarnos e ir en pos de un modelo que jamás alcanzaremos, con lo que de frustración y negación personal supone.
  • Analicemos con criterios personales el prototipo que nos propone la moda para nuestro sexo y edad. Y tomemos de él sólo lo que puede resultarnos útil para mejorar nuestra calidad de vida y hacerla más saludable.
  • Planteémonos metas posibles. Explotemos nuestros recursos para conseguir un físico agradable y atractivo, pero no olvidemos que tan importante, o más, que gustar a los demás es agradarnos a nosotros mismos.
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