Las fantasías
eróticas
La imaginación es una de las
características distintivas de los seres humanos y las
fantasías (del latín phantasia = ficción, cuento,
novela, pensamiento elevado e ingenioso) representan sus
costados más fértiles. Es la facultad que tiene el ánimo de
reproducir por medio de imágenes las cosas pasadas o
lejanas, de representar las ideales en forma sensible o de
idealizar las reales. Sus manifestaciones y contenidos son
tan ilimitados como los resortes internos que se mueven para
generarlos. Abarcan desde las que sirven para excitarse
hasta las que tienen un uso terapéutico, permitiendo
mantener activa la capacidad de asombro y comprender cuán
infinito es el universo de la temática sexual.
Las fantasías
eróticas básicamente son aquéllas cuyo contenido se centra
en lo sexual, en lo demás no se diferencian de cualquier
otro tipo de fantasía, como la que lleva a una mujer a soñar
que es una bailarina clásica o a un varón con ser el
goleador de su equipo, por sólo mencionar dos estereotipos.
El mecanismo de producción es el mismo: se halla en un nivel
intrapsíquico, desde donde se proyectan los pensamientos
ilusorios, cargados con los contenidos de la memoria
sensitiva -olores, gustos, sonidos, colores-. En muchos
casos lo que se fantasea son emociones, hechos vividos
concretamente en el pasado o invenciones absolutas del
individuo.
La imaginación
nos permite transportarnos, sin ningún costo adicional, a
situaciones deseadas o prohibidas. Desde la niñez, las
fantasías son el vehículo de nuestros más ocultos deseos,
algunos inocentes y otros no tanto. Recurriendo a una
explicación simple podría decirse que suplen determinados
agujeros de la realidad: cuando aparece alguna dificultad
para interpretarla, comprenderla, aceptarla o soportarla,
irrumpe la ficción, se filtra el sueño. Como decía el
escritor Ray Bradbury: “hay que inyectarse todos los días
con fantasías para no morir de realidad”.
Si bien es
cierto que el desconocimiento, la falta de respuestas o la
represión son grandes generadores de fantasías, de ningún
modo debe pensarse que todas son la consecuencia de una
limitación o carencia afectiva y sexual. Muchas personas
recurren a ellas como un factor de enriquecimiento de su
vida amorosa.
Podríamos
intentar tipificar algunas fantasías eróticas para facilitar
su comprensión, a la vez que disminuir la angustia de muchas
personas que se alarman cuando las tienen porque se sienten
como perversos, anormales o enfermos; en lugar de aceptar
que los sueños, utopías, delirios y vuelos
imaginarios son universales:
· Las que
ayudan a excitarse: responden a un placer de tipo
narcisístico pues quien las produce no persigue otra
finalidad que regodearse imaginándolas.
· Las que
sirven para masturbarse: aquí entra en juego un otro. Se
conciben situaciones, personas y lugares con el fin de
lograr una excitación que será liberada a través del acto
masturbatorio.
· Las que
suplen carencias: comunes a algunas solteras maduras, viudas
y gerontes de ambos sexos.
· Las que
permiten realizar el coito o sirven como ingrediente: hay
personas que no pueden tener actividad sexual si no
encienden sus fantasías a través de material gráfico o
audiovisual y otras aderezan el encuentro fantaseando
determinadas situaciones, inclusive pensando en otra persona
que no es su pareja.
· Las
compartidas con la pareja que procuran aumentar la pasión,
pudiendo incluir juegos donde se interpretan escenas,
lugares, personajes o roles diferentes.
· Las
fantasías
sadomasoquistas y
parafílicas en las que, en ciertos casos, aparece la
necesidad de lastimar, de infligir castigos, o ser
castigados, de violar o tener relaciones paidofílicas (con
niños).
Un colega y
amigo, Roberto Rosenzvaig, en su libro La pareja al
desnudo, cita alguna de las fantasías más comunes,
que algunos llevan a la práctica:
· Las de
poder, de gran potencia o dominio sexual.
· Las de
la mujer colocada en actitud de idolatría y deseo exclusivo
del varón y sus atributos.
· Las
voyeuristas: imaginan mirar a una mujer que se desviste
o se masturba o a una pareja haciendo el amor. Una variedad
de esta última, muy prevalente entre los varones, es de
querer ver a dos mujeres teniendo relaciones sexuales entre
ellas.
· Las
fantasías exhibicionistas, del tipo que consiste en
mostrar su cuerpo o los genitales o masturbarse delante de
la mujer deseada.
· Las
“colectivas”, que representan el deseo de intercambio de
parejas o de sexo grupal.
El
Don Juan
Fuente de
inspiración para muchos autores, la figura de Don Juan ha
ganado muchos seguidores en la realidad cotidiana. Para
estos personajes narcisistas, enamoradizos e inescrupulosos,
amados y envidiados tanto como odiados, todo vale a la hora
de conquistar a una mujer. Sus orígenes literarios y una
mirada en su psicología nos permitirán comprender mejor a
estos seres seductores pero temibles, a los que se les puede
asignar aquella frase de Oscar Wilde:
siempre terminan destruyendo lo que aman.
Don Juan en el arte
El personaje
de Don Juan no tiene realidad histórica, aunque se haya
inspirado en seres con existencia real. A diferencia de
Giovanni Jacopo Casanova (que es otro paradigma del
eterno seductor ), un veneciano que escribió sus
memorias describiendo hazañas eróticas de todo tipo -casi
gimnásticas-, el Don Juan es una creación literaria.
Muchos
escritores se dedicaron a él, entre los que se cuentan
genios de la talla de Corneille, Molière y Rostand en la
lengua francesa; lord Byron -que con este tema escribió un
poema épico- y Bernard Shaw en la inglesa. Pero la versión
más conocida por nosotros, quizás la primera, es la del
escritor y monje español Tirso de Molina, quien nació en el
siglo XVI. Se la conoce como “El burlador de Sevilla”
y en ella, entre otras andanzas, se nos cuenta que Don Juan
mata al comendador de esa ciudad cuando éste quiere vengar
el honor mancillado de su hija. Luego, en el curso de una
cena, en una de sus tantas bravuconadas, invita al espíritu
del asesinado a que se presente, ya que él no teme su
venganza. En realidad, la que se presenta a la fiesta es la
estatua erigida en homenaje al comendador de Sevilla: es el
famoso “convidado de piedra” que termina enviando al
infatuado personaje a los infiernos. Dentro de la lengua
española hay otro autor, José Zorrilla, quien retoma esta
obra, pero termina redimiendo a Don Juan Tenorio al
esposarlo con su verdadero amor, Doña Inés.
Los músicos no
estuvieron exentos de la fascinación que produce esta
figura; grandes compositores como Gluck y Richard Strauss le
rindieron culto con sus obras. Sin lugar a dudas el caso más
famoso es la ópera Don Giovanni de Wolfgang Amadeus
Mozart quien, con libreto de Lorenzo Da Ponte -quizás
influenciado por Tirso de Molina-, compuso esa obra inmortal
donde el protagonista también es enfrentado por la estatua
de piedra y condenado al fuego eterno. La ópera introduce al
joven Leporello, que siempre acompaña a Don Giovanni,
y en quien algunos han querido ver, cual alter ego,
una vertiente homosexual del eterno seductor. Leporello
es quien nos dice:
“Un catálogo tiene que yo he hecho;
observad, leed conmigo.
En Italia seiscientas cuarenta;
en Alemania, doscientos treinta y una,
cien en Francia, en Turquía noventa y una
¡ pero, en España, pero en España
ya van mil tres, mil tres, mil tres!”
Algunas interpretaciones
sobre el donjuanismo
Los
donjuanes cotidianos se asemejan mucho al de la ficción;
son individuos que necesitan seducir todo el tiempo, que
aparentemente se enamoran del sujeto amado, pero una vez que
lo han conseguido lo abandonan. No pueden quedar fijados en
una persona determinada. Al igual que el personaje mítico
son anarquistas del amor. Ignoran la felicidad, la virtud y
la decencia. Consideran válida cualquier arma para
conquistar, son los que dicen: en la guerra y en el amor
todo vale, ya que los sentimientos hacia la otra persona
no son tenidos en cuenta. Sólo les interesa el instante de
placer, y el triunfo permanente sobre la mujer que someten
y el marido o novio que logran burlar. El escritor
mexicano Carlos Fuentes, en su libro “Terra Nostra”,
pone en boca de Don Juan esta frase: “porque ninguna
mujer me interesa si no tiene un amante, marido, confesor o
Dios al cual pertenezca y si al amarla no mancillo el honor
de otro hombre”.
El varón con
conductas donjuanísticas percibe al amor como algo
deportivo, como una competencia permanente y esto lo vemos
en el personaje literario que juega apuestas con otros
varones desafiándolos a que traten de conquistar mayor
cantidad de mujeres que él. En la ópera de Mozart, Don
Giovanni lleva una larga lista -como narraba antes el joven
Leporello- donde anota los nombres de sus seducidas.
Una teoría
interesante, se refiere a los sentimientos homosexuales
latentes del Don Juan quien, al llevarse a la cama a la
mujer de otro, también estaría acostándose con el esposo o
novio ultrajado. En Casanova, Caballero de Seingalt
(como gustaba de llamarse a sí mismo), también aparecen
rasgos sexuales equívocos en sus amores con mujeres
trasvestidas como varones o muchachos jóvenes. Su narcisismo
extremo lo lleva a revelar su esencia: “Pensé en casarme
con ella cuando la amaba más que a mí mismo, pero cuando me
alejé de su lado descubrí que el amor que sentía por mí
mismo era más fuerte que el afecto que ella me había
inspirado”. De esa manera , nos dice el psicólogo y
sexólogo Roberto Rosenzvaig, “su aparente hedonismo de
carácter absoluto oculta el desprecio por el placer
compartido, porque su acción se convierte en un monólogo
narcisista. Según Foucault los dos grandes sistemas de
reglas que Occidente ha concebido para regir el sexo - la
ley de la alianza y el orden de los deseos- son destruidos
por la existencia de Don Juan”.
Otra hipótesis
más conocida atribuye al seductor crónico la búsqueda
desesperada del personaje materno y el intento de recuperar
a la madre en cada mujer. Pero, si esto se concretara en sus
fantasías edípicas, inmediatamente tendrían que abandonarla
porque de lo contrario significaría mantener relaciones con
la mujer que lo ha traído al mundo, lo que los lleva a su
eterna dificultad de amar a quien desean: son los que,
acuciados por el fantasma del incesto, “cuando aman no
pueden anhelar, y cuando anhelan no pueden amar”, en las
palabras de Freud.
El estilo
seductor puede tomar los rasgos de una verdadera compulsión;
en este sentido es que el psicólogo Stanton Peele los define
como adictos, en el sentido de que la adicción “es una
experiencia nacida de la respuesta subjetiva y rutinizada de
un individuo a algo que para él tiene un significado
especial, algo que le da tanta seguridad y confianza que sin
ello no puede vivir”. El mito descubre así “una
característica del imaginario erótico masculino, corporizado
en la posesión, la dominación y el libertinaje, que habría
de campear hasta nuestro propio siglo y sobre la que se
fundamenta la conquista compulsiva”.
A pesar de que
el escritor Albert Camus decía que Don Juan se enamoraba de
todas las mujeres, quizás intuimos que él cree estar
enamorado; pero ese sentimiento es algo tan fugaz, que
podríamos sospechar que nunca lo está. En todo caso
constituye un deseo de tipo platónico: como verdadero amor
nunca llega a concretarse. Platón decía que uno desea lo que
no tiene; es lo que pasa con el Don Juan: una vez que posee
lo que deseaba ya no le interesa más. Lo mismo ocurre si la
mujer se enamora de él, esto es suficiente para que él la
abandone. A veces ni es necesario que hayan mantenido
relaciones sexuales, basta que le demuestre que estaría
dispuesta a hacerlo para que se torne una victoria para él.
Si la mujer que elige como presa le es indiferente, o no
cede ante su artillería seductora, el Casanova se
vuelve obstinado. Lo más probable es que si lo rechazan se
encapriche y, valiéndose de todas sus artes, insista
hasta conquistarla.
¿Es el Don
Juan una persona feliz?, se podría preguntar. Siguiendo con
los arquetipos podemos citar el caso de Casanova, quien
vivió sus últimos años en la ruina, olvidado en una
biblioteca pública donde trabajaba como empleado, sin
amigos, sin familia, sin dinero. Y no debemos olvidar que el
Don Juan literario termina condenado a los infiernos. Si nos
remitimos a la realidad, llegada cierta etapa de su vida, el
Don Juan se encuentra con una limitación física para
sostener su seducción; ya no puede resistir el ritmo de una
maratón amatoria. En el film de Scola, “La noche de
Varennes”, vemos a un Casanova ya viejo -interpretado
por Mastroianni-, quien se encuentra con una mujer joven que
queda prendada de él, o quizás de su fama, y el eterno
seductor, ya vencido, le dice: “te encontré demasiado
tarde en la vida y vos me encontraste demasiado temprano”.
Al final, después de tanto seducir y abandonar, se encuentra
con la soledad y esto comienza a pesarle. Me estoy
refiriendo a un sujeto de 40 a 50. Muchos de ellos, pese a
la edad, siguen viviendo con su madre, lo que corrobora la
interpretación edípica del donjuanismo. La madre es la única
mujer que no ha podido timar y, de alguna manera, se ha
casado con ella.
Los
donjuanes suelen divertirse con el sufrimiento ajeno:
tienen razón las mujeres que los tildan de desalmados.
Al menos no consideran al amor de la manera profunda y
comprometida con que lo hace el común de la gente. Para
ellos no existe el amor perdurable que motiva al otro, que
enaltece; el suyo es un amor fugaz, que destruye. Esto se
explica porque, en su seducción indiscriminada, estos seres
no ven a las personas como tales, sino como personajes de
sus propias fantasías; son los objetos de un botín al que
aspiran.
Para el Don
Juan no siempre es imprescindible la posesión sexual; si
sólo le bastara lo carnal, aceptaría mantener relaciones con
prostitutas, sin embargo éstas son mujeres a las que no les
interesa seducir. Salvo estos casos, las demás le dan lo
mismo: lindas o feas, jóvenes o viejas, exitosas o
desdichadas, todas son iguales ante sus ojos. Lo más
importante es el sometimiento de la voluntad. Por su
narcisismo incorregible basta que una mujer le evidencie su
entusiasmo, su admiración hacia él, que lo haga sentirse
irresistible, para que goce con su aventura. Desde el lado
femenino podría decir que, tengan o no una aventura con
ellos, se sienten atraídas en un primer momento o, por lo
menos, consideran interesantes a estos personajes. Es que el
Don Juan vive seduciendo: si está reunido con amigos y llega
una mujer, de inmediato cambia de actitud. Su instinto lo
pone en alerta, le previene que ha llegado una presa.
No
necesariamente, aunque en el imaginario colectivo se lo vea
así, ser un Don Juan significa tener más aptitudes para la
sexualidad. El mérito mayor, si es que lo tiene, es su
facilidad para halagar la sensibilidad femenina: saben darle
a cada mujer lo que ella está necesitando. En este sentido
son personajes camaleónicos que se metamorfosean con la
persona que tienen al lado: perciben muy rápido los gustos,
debilidades, preferencias y carencias de la mujer, y con
esos datos manejan la relación. Con respecto a la sexualidad
habría, en todo caso, una mayor actitud que aptitud. No se
trata de que sea un superamante o un superdotado,
sino de su habilidad especial para captar el tiempo sexual
de su compañera.
Hay quien
podría pensar en una manifiesta inmadurez afectiva en estos
personajes. La crisis que suelen tener cerca de los 50 se
enlaza con su mundo de afectos insatisfecho, devastado. A
esa edad, quien hasta ese momento sólo había sabido seducir
y abandonar, se da cuenta que sus amigos están casados, que
no tiene hijos, quizás sus mayores han muerto, y él ya no
puede gozar de tanta compañía femenina como a los 20 o 30. A
esto se suman los comentarios sobre su persona : ”¿Cómo
puede ser que todavía no se haya casado?”. Tras esta
pregunta puede aparecer el fantasma de la homosexualidad y
comienza a tambalear su imagen social de la que tanto
alardeaba (una característica de estos individuos es
pavonearse con sus hazañas). Todo esto deriva en conflictos
que evidencian su fragilidad emocional, sus carencias
afectivas, su inmadurez para mantener una relación de pareja
fuera de los parámetros a los que estaba acostumbrado. Si
bien hay casos que esta crisis los lleva a replantearse su
existencia y desean formar una familia, hay otros que llegan
a los consultorios buscando - como decía un paciente-
“que le vuelvan a dar energía para continuar en
carrera”. Si recuperan su autoestima algo alicaída, se
ríen de los comentarios que los llevaron a ese trance y
quieren seguir con sus conquistas. Otros, los más sensibles
e inteligentes, quieren asentarse y tener hijos; se sienten
urgidos por la edad y buscan ayuda para encaminar sus vidas.
Para lograr lo
anterior deben cambiar la imagen que tienen de la mujer ya
que son machistas, con una visión distorsionada de las
mujeres. De hecho, el sexo femenino es algo que Don Juan
manipula a su antojo para conseguir satisfacción. Él
justifica esta actitud desamorada con una explicación muy
práctica: “ya no siento eso que sentía, lo que hubo entre
nosotros se acabó, debo buscar algo nuevo”. Se podría
suponer en una vertiente fóbica en estos personajes, con una
necesidad de poner distancias en los contactos afectivos
duraderos, ya que serían vistos como una amenaza de
castración. Lo cierto es que, en algunos casos, la fobia
ante la figura femenina -objeto fobígeno por excelencia
para el Don Juan- es trasmutada en una actitud de embeleso y
seducción permanente.
Conclusiones
Hay quienes
piensan que son unos triunfadores en el campo amoroso tanto
como en otro orden de cosas, pero no confirmaría tal
paralelismo. Si bien el Don Juan cree dominar a la
perfección las artes amatorias, puede no tener la misma
habilidad para estar al frente de un negocio, seguir una
carrera universitaria o asumir el compromiso de la
paternidad. Su elemento fundamental, su materia básica
y leit motiv existencial es la seducción, donde los
demás lo suponen un experto.
Pero los años
pasan y si con 60 pretende seducir a mujeres de 20, no va a
tener mucho éxito y quedará ridiculizado, fuera de contexto.
Lo que hacen otros Casanovas es guardar el espíritu
guerrero para una que otra ocasión en la que se permiten un
desliz. Pero antes que nada se aseguran una buena contención
afectiva a través del matrimonio y la paternidad: algunos
llegan a ser excelentes padres.
Otro aspecto a
destacar es la actitud frente al mundo varonil: también
seduce a sus compañeros desde su virilidad, contándole sus
hazañas, presentando sus nuevas conquistas. Si la reciente
aventura del eterno seductor es joven y bonita, y el
amigo del Don Juan es casado, se produce la combinación
ideal para que nuestro personaje se convierta en un ideal
del yo, porque él impresiona como logrando todo lo que
el otro no puede. Esto se acentúa en un sociedad patriarcal
y falocéntrica, es por ello que causan tanta fascinación.
Él sabe y puede, al menos en lo que a conquistas
amorosas se refiere. En cuanto al contacto auténtico y
hondo, enaltecedor, de solidaridad, compañerismo, amor y
compromiso, termina siendo un patético fracaso.
LAS PARAFILIAS COMO
"PERVERSIONES SEXUALES"
Referirse al instinto sexual presupone la
existencia de necesidades sexuales. Los primeros en estudiar
las perversiones sexuales desviaron el carácter de
patológicas o degenerativas, pero más tarde se dieron cuenta
de que el hombre común integra en su vida sexual gran parte
de esas limitaciones. No obstante, hay perversiones que se
alejan tanto de lo normal que sí se consideran patológicas.
Se acepta como desviación sexual a la
acción tendiente a satisfacer los propios impulsos sin
llegar a ala unión genital con otro individuo o donde esta
unión se ejecuta en condiciones que no pertenecen a la
naturaleza del acto sexual; por lo tanto, se constituye en
un tipo de comportamiento que interfiere total o
parcialmente con la reproducción.
Se definen las parafilias como los deseos
sexuales de gran intensidad y fantasías excitantes con
intervención de objetos inanimados, niños u otros objetos
que no participan de esta perversión. El DSM- IV incluye en
este grupo principal en la clasificación de los trastornos
sexuales el exhibicionismo, el fetichismo, el froteurismo,
la pedofilia, el masoquismo sexual, el voyeurismo, el
fetichismo travestí, y otras parafilias no especificadas,
que incluyen la necrofilia y la clismafilia (utilización de
enemas).
CLASIFICACIÓN DE LAS
DIFERENTES PARAFILIAS.
EXHIBICIONISMO:
- Definición:
- Parafilia caracterizada por la
obtención de excitación sexual mediante la exposición de
los genitales a los demás en lugares públicos, sin que
el sujeto actuante pretenda realizar después una
actividad sexual. El exhibicionismo, desviación que
ocurre de forma casi exclusiva en hombres, probablemente
la más común de las desviaciones sexuales.
- Características personales y sociales
el sujeto:
- Generalmente esta conducta se inicia
en la adolescencia, con prevalencia entre los 20 y 30
años de edad; en la mayoría de los casos, es una
conducta de carácter compulsiva. La personalidad del
exhibicionista es de ser un sujeto tímido, retraído y
dependiente, con dificultades en las habilidades
sexuales y heterosexuales. Dicha conducta puede darse en
hombres mayores, solitarios, sin pareja o abandonados
por éstas, generalmente a problemas de impotencia.
El exhibicionista masculino es tímido, taciturno,
sumiso, carece de agresividad normal y posee
sentimientos de incapacidad o inseguridad. Por lo
general son inmaduros, y probablemente criados en
familias con actitudes puritanas y reglas rígidas sobre
el sexo, con madre poderosa y absorbente.
En su mayoría el exhibicionista está casado, pero sus
relaciones sexuales son defectuosas, creando dudas y
temores de su masculinidad, juzgándose débil sexual.
Es común que un exhibicionista, aunque sea sorprendido
por la justicia, reincida una y otra vez en su conducta.
- Etiología Conductual:
- Con frecuencia se asocia el inicio de
estas conductas con alguna experiencia de excitación
sexual que sigue a un episodio de exposición accidental,
posiblemente en juegos infantiles o ante médicos o
enfermeras. La adquisición de la conducta es por
influencia del impulso sexual que al mantenerse en el
tiempo, pierde el carácter sexual y toma matiz
compulsivo.
La conducta exhibicionista comienza con sentimientos de
insignificancia, sin embargo, cuando empieza tardíamente
refleja trastornos emocionales.
FETICHISMO
- Definición:
- Anomalía del comportamiento sexual
consistente en la asociación de sensaciones eróticas con
una parte del cuerpo o con un objeto o cosa inanimada.
Un ejemplo de esta anomalía es la excitación asociada a
prendas de vestir, como un zapato de tacón. Estos
objetos sustituyen a la pareja en la búsqueda del
orgasmo, o se hacen imprescindibles para lograrlo.
Se distinguen varias graduaciones para el fetichismo,
que van desde la simple preferencia por el objeto
fetiche dentro del acto sexual, hasta la completa
sustitución del compañero por el fetiche.
El fetichismo posiblemente se asociaría a dos patrones:
la cleptomanía, o robo compulsivo de objetos con valor
simbólico y gratificación sexual consecuente; y la
piromanía o deseo compulsivo de prender fuego con
implicaciones sexuales, donde la excitación y
gratificación se obtiene al observar las primeras etapas
de compulsión, que derivan en un sentimiento de culpa
después del orgasmo.
En el fetichismo atenuado se produce la sobrevaloración
de ciertos atributos físicos que son especialmente
deseados, o que son condición indispensable para el
acto. En el fetichismo se produce una pérdida del
interés por los genitales hasta llegar, en los casos más
graves, al desinterés por la persona que se convierte
sólo en el vehículo del fetiche. En el fetichismo
profundo ya sólo interesa el objeto, obteniendo el
orgasmo por la manipulación de éste, sin la necesidad de
portadora.
- Características personales y sociales
del sujeto:
- Parece constituir una condición
previa, la disminución del impulso hacia el fin sexual
normal, por ejemplo, la debilidad funcional del aparato
sexual . En su mayoría el fetichista es hombre y
heterosexual, y muchas de sus fantasías son
sadomasoquistas. Un gran número de fetichistas son
débiles mentales, de inteligencia subnormal o
psicóticos, que en este caso, actúan en torno a la
frustración, la ira, la soledad y la desesperanza. Los
fetichistas desarrollan sus actividades en forma
solitaria, siendo la expresión más socialmente
inadaptada, la instancia en que roban sus fetiches.
- Etiología Conductual:
- La causa estaría dada por
condicionamiento del aprendizaje, uno de los
procedimientos sería la incorporación del fetiche a
través de la imaginación y por masturbación, apareciendo
posteriormente el orgasmo que fortalece la unión
objeto-placer. Otra hipótesis etiológica controversial
es la asociación entre fetichismo y epilepsia temporal.
El fetiche se asocia, durante la infancia, con la
excitación sexual o amor y aceptación que alguna vez
recibió de la madre. Al reforzar las experiencias
infantiles y hábitos de la niñez, se constituyen las
causas del fetichista de buscar bienestar y placer
sexual mediante los objetos.
De hecho, existen diversas teorías, sin embargo, ninguno
de los postulados ha sido lo suficientemente consistente
con la conducta sexual.
- Tratamiento Conductual:
- La mayoría de los tratamientos que ha
tenido éxito en la extinción de la conducta fetichista
han estado basados en los principios del aprendizaje.
Una de estas terapias es la aversiva, en la que se
relaciona la imagen del fetiche con estímulos
desagradables físicos, como el shock eléctrico, o
internos, como la sensación de vergüenza.
PEDOFILIA
- Definición:
- Búsqueda del placer sexual, por medio
de las relaciones sexuales con niños. El DSM- IV, indica
que para la calificación de pedofilia como trastorno
sexual es necesario que la conducta se prolongue durante
un periodo de al menos seis meses, incluyendo fantasías,
impulsos o comportamientos sexuales con niños prepúberes
o un poco más mayores, por lo general de trece años o
menos.
Puede darse de diferentes formas: con relación a la
orientación, puede ser de tipo heterosexual, homosexual
o ambas; con relación a objeto, éste puede ser
exclusivamente pedofílicos o no.
Las conductas de la pedofilia van del simple
exhibicionismo hasta la penetración. El adulto suele
ganarse la confianza y el cariño del niño y, por lo
general, es alguien conocido o familiar.
Se distinguen dos variantes en la pedofilia: la
sentimental homoerótica y la agresiva heterosexual. Los
sentimentales homoeróticos tienen poco o ningún interés
por las mujeres, toda su capacidad sexual se concentra
en los niños, concretándose bajo la forma de caricias
que le provocan el orgasmo. Los agresivos heterosexuales
intentan satisfacer sus impulsos con niñas, con métodos
que van desde la seducción a la violencia, terminando
(muy pocas veces) en homicidio sádico-criminal.
- Características personales y sociales
del sujeto:
- En su mayoría los pedofílicos son
hombres, menos agresivos que los violadores; muchos de
ellos son alcohólicos o psicóticos de mente torpe o
asociales, y su edad fluctúa entre los 30 y 40 años;
generalmente, de fuertes convicciones religiosas. En
general, son hombres débiles, inmaduros, solitarios y
llenos de culpa.
La personalidad del agresor de mediana o mayor edad es
de un individuo solitario y con dificultad para
establecer relaciones heterosexuales normales, suele
tener baja autoestima, con pocos recursos para enfrentar
situaciones de estrés y frecuentemente abusa del alcohol
y/o sustancias. Por lo general, no presenta trastorno
psicopatológico. Sin embargo, se ha visto que dos
tercios de los reclusos pedofílicos maduros llevaron a
cabo esta conducta en momentos que sufrían de
situaciones estresantes.
- Etiología Conductual:
- Poco se sabe de las causas, pero se
dice que una de ellas es el aprendizaje de actitudes
negativas hacia el sexo, como experiencias de abuso
sexual durante la niñez, sentimientos de inseguridad y
autoestima baja, con dificultad en relaciones
personales, etc.; lo que facilita la relación
adulto-niño. En cuanto al condicionamiento, éste no se
extingue por condiciones gratificantes.
- Tratamiento Conductual:
- En algunos casos de pedofilia resulta
beneficiosa la técnica de la desensibilización
encubierta, en la que se asocian los factores
estimulantes para el sujeto con situaciones aversivas
que resultarían de la expresión de sus impulsos; al
avanzar el tratamiento se entrena a los pacientes para
que imaginen la atracción por mujeres adultas.
Frecuentemente se observa una disminución de la
atracción hacia las niñas y una disminución aún mayor en
la ansiedad producida por las mujeres.
MASOQUISMO SEXUAL
- Definición:
- Es un tipo de variación sexual en la
que el individuo experimenta excitación o placer sexual
al ser sometido a experiencias de humillación, violencia
o sufrimiento, tanto físico como psicológico, durante la
relación de pareja. Para que el masoquismo sea
considerado como un problema debe implicar la
participación real en actividades masoquistas y no
simplemente fantasías masoquistas de ser golpeado,
violado o humillado, que suelen facilitar la excitación
sexual de algunas personas.
Se analiza en conjunto con el sadismo que es un tipo de
variación o parafilia sexual caracterizada por la
necesidad de infringir dolor, humillación o sufrimiento,
tanto físico como psicológico otra persona para
excitarse sexualmente u obtener el placer sexual. Esta
parafilia suele darse principalmente en adultos y con
mayor frecuencia en hombres que en mujeres. A pesar de
que esta variación sexual es escasa, la aparición de
fantasías sádicas tiene una frecuencia alta. Las
actividades más frecuentes son los mordiscos, golpes,
bofetadas, puñetazos, pellizcos y los arañazos. Con
menor frecuencia aparecen los castigos, latigazos, el
atado o las palizas
- Características personales y sociales
del sujeto:
- La algolagnia activa o pasiva (nombre
que denota el placer del dolor), puede hallarse
fácilmente en el sujeto normal, a veces, está asociado a
una personalidad antisocial.
- Etiología conductual:
- La conducta masoquista se
desarrollaría por actitud de vergüenza y disgusto hacia
las relaciones heterosexuales normales, empleando dolor
y autocastigo para lavar su culpa por deseos sexuales;
una causa del sadismo o crueldad sexual puede ser
enseñada consciente o inconscientemente.
FETICHISMO TRANSVESTISTA
- Descripción:
- Parafilia que se caracteriza por
manifestar una ansiedad relacionada con el deseo sexual
y que implica la necesidad de vestirse con ropa
característica del sexo opuesto. Suele ser más frecuente
en varones heterosexuales. Puede darse junto con
disforia con respecto al propio sexo, enmarcada en un
trastorno de la identidad sexual. no obstante, lo más
frecuente es que el travestido no desee cambiar de sexo,
sino simplemente experimentar el rol femenino
ocasionalmente
- Etiología Conductual:
- Al comenzar la niñez, esta conducta
puede ser causada por el rechazo manifestado por los
progenitores por el sexo del hijo. En ocasiones se
inicia durante la adolescencia, época en la que no se
desarrolla por el rechazo de los padres y se efectúa
lejos de la vista de los demás.
VOYEURISMO
- Definición:
- Trastorno psicosexual consistente en
que la excitación y el placer sexual se obtiene por
observación secreta de objetos o situaciones sexuales.
La satisfacción se alcanza mediante la perversión visual
activa sin buscar la relación sexual con la persona
observada. Se intenta mantener el anonimato cuando mira
a las mujeres desnudas o poco vestidas obteniendo así
(con o sin masturbación) gratificación sexual. Se trata
de una anomalía del comportamiento que forma parte de
las parafilias. Como conducta sexualmente desviada,
evoca respuestas relativamente débiles. El DSM-IV indica
que es necesario que las compulsiones sexuales y las
fantasías de excitación voyeuristas se produzcan de
manera repetitiva por más de seis meses.
- Características personales y sociales
del sujeto:
- Se caracteriza por su inhibición o
inseguridad que lo hace incapaz de un contacto real con
el otro sexo. No le interesa establecer comunicación con
su víctima y no representa peligro para ésta.
El voyeurismo grave es sólo practicado por hombres y el
voyeurismo encubierto es más practicado por las mujeres.
- Etiología conductual:
- Esta desviación sexual por lo general
comienza en la adolescencia y su inicio va asociado a la
excitación sexual después de la observación, tal vez,
casual de una mujer desnuda, una pareja durante el acto
sexual, etc. Posteriormente el sujeto asocia las
fantasías con la masturbación, condicionando la
excitación sexual.
OTRAS PARAFILIAS
FROTTEURISMO
- Definición:
- Es la obtención de placer exclusivo a
través del frotamiento de los órganos genitales contra
el cuerpo de una persona desconocida y sin su
consentimiento, a veces utiliza las manos y acaricia a
su víctima, se realiza en lugares públicos y concurridos.
Esta conducta no es preludio de actividad sexual; en su
mayoría, la masturbación acompaña al recuerdo de tal
situación.
El frotteurismo suele ser pasajero con prevalencia entre
los 15 y 20 años de edad.
- Características personales y sociales
del sujeto:
- El frotteurista generalmente es una
persona pasiva y aislada.
- Etiología Conductual:
- La aparición de esta conducta se
asocia a la observación de la misma conducta en otras
personas y la posterior imitación.
CONCLUSIONES
Las desviaciones sexuales pueden
presentarse como síntomas de graves alteraciones
psiquiátricas, entre las que cabe señalar personalidades
psicopáticas, psicosis, deterioros psicoorgánicos,
demencias.
En otras ocasiones la desviación es el
resultado de una circunstancia especial, sin que implique un
trastorno propio de la vida erótica. Siendo aconsejable la
modificación de las circunstancias en que afloró la
desviación.
A veces el sujeto que presenta una
desviación desempeña conjuntamente un erotismo heterosexual
normal. Sólo si su desviación ocasiona trastornos en su
relación de pareja o sufre con su "anormalidad" estaría
indicado su tratamiento.
Las terapias conductuales, intentan
extinguir las conductas mediante el descondicionamiento con
técnicas aversivas junto a fomentar conductas normales en
situaciones de acercamiento sexual adulto.