El Duelo
Introducción
El duelo es una experiencia común y dolorosa. Tarde o
temprano todos experimentamos la pérdida de algún ser
querido. Sin embargo, actualmente pensamos y hablamos muy
poco sobre la muerte, quizás porque nos enfrentamos a la
misma menos frecuentemente de lo que lo hacían nuestros
antepasados. Para ellos, la muerte de un hermano, amigo o
pariente era una experiencia habitual en su infancia o
adolescencia. Para nosotros, este tipo de pérdida suele
tener lugar más tarde un nuestras vidas. Por esta razón, no
tenemos muchas oportunidades de aprender sobre el duelo
-cómo sentirse, cómo obrar correctamente, que es " normal "
o sobre como superarlo. A pesar de ello, no nos queda más
remedio que afrontar el fallecimiento de nuestros seres
queridos cuando este finalmente se produce.
En este folleto usted encontrará información sobre
algunas de las formas en las que nos afligimos tras la
pérdida de alguien querido, sobre como en ocasiones no
superamos el proceso de duelo, y sobre la ayuda disponible
al respecto
Duelo
El duelo tiene lugar tras cualquier clase de pérdida,
aunque suele ser más intenso tras el fallecimiento de algún
ser querido. No es un sentimiento único, sino más bien una
completa sucesión de sentimientos que precisan de cierto
tiempo para ser superados, no siendo posible el acortar este
período de tiempo.
Aunque todos somos diferentes, el orden en que
experimentamos estos sentimientos es muy similar para la
mayoría de nosotros. El duelo es más frecuente tras el
fallecimiento de alguien al que conocíamos desde hace algún
tiempo. No obstante, parece claro que aquellas personas que
han tenido un aborto o que han experimentado la pérdida de
niños muy pequeños sufren una experiencia muy similar al
duelo y precisan de la misma clase de cuidados y
consideración.
En las pocas horas o días que siguen al fallecimiento de
un pariente cercano o de un amigo, la mayoría de los
afectados se siente simplemente aturdida o confundida ya que
no se llegan a creer lo que realmente ha ocurrido. Esta
sensación puede tener lugar a pesar de que el fallecimiento
hubiera sido esperado. Este entumecimiento o adormecimiento
emocional puede ser de ayuda a la hora de afrontar los
importantes cometidos que hay que llevar a cabo tras el
fallecimiento, tales como el contactar con los demás
parientes y la organización del funeral. Sin embargo, esta
sensación de irrealidad puede llegar a ser un problema si
persiste durante mucho tiempo. El ver el cuerpo del
fallecido puede ser, para algunos, la forma de empezar a
superar esta fase. De forma similar, para algunas personas,
el funeral es una ocasión en la que se empieza a afrontar la
realidad de lo acontecido. El ver el cuerpo del difunto o el
atender al funeral puede llegar a ser muy doloroso, pero son
las únicas formas de que disponemos para decir adiós a
aquellos que hemos amado. Estas actividades pueden parecer
tan dolorosas que puede surgir la tentación de no
afrontarlas, aunque con frecuencia esto conduce en el futuro
a una sensación de profundo disgusto.
Pronto, no obstante, desaparece este aturdimiento que
suele ser reemplazado por una intensa sensación de agitación
y desasosiego con anhelo de la persona fallecida. El
afectado por el duelo alberga en algún modo el deseo de
encontrarse con el fallecido aunque sabe que esto es
claramente imposible. Esto hace difícil el relajarse o
concentrarse en cualquier actividad, así como también
resulta difícil el dormir adecuadamente. Los sueños pueden
ser extremadamente perturbadores. Algunas personas pueden
sentir que "ven " a su persona amada en cualquier sitio al
que van - la calle, el parque, alrededor de la casa, o en
cualquier lugar en el que hubieran estado juntos con
anterioridad. Los afectados frecuentemente se sienten muy
"enfadados" en este momento del duelo, y suelen estarlo con
los médicos y enfermeras que no evitaron su muerte, con sus
familiares y amigos quienes no hicieron lo suficiente, o
incluso con la persona fallecida porque los ha abandonado.
Otro sentimiento común en el proceso del duelo suele ser
el de culpa. Las personas en duelo con frecuencia piensan en
todas aquellas cosas que les hubiera gustado decir y/o hacer
y que no fueron posibles. Pueden incluso llegar a pensar que
podrían haber actuado de una forma diferente y que esto
hubiera podido evitar la muerte de su ser querido. Desde
luego, la muerte generalmente está más allá del control de
cualquiera y la persona en duelo puede necesitar que se lo
recuerden. La culpa puede también surgir si se experimenta
cierta sensación de alivio tras el fallecimiento de una
persona afectada por una enfermedad particularmente penosa o
muy dolorosa. Este sentimiento es natural, extremadamente
comprensible y muy frecuente.
Este estado de agitación es generalmente más intenso a
las dos semanas del fallecimiento, aunque pronto se sigue de
una sensación de tristeza tranquila o depresión, aislamiento
y silencio. Estos cambios repentinos de emoción pueden
confundir a los amigos o parientes pero son parte del modo
normal de superar las diferentes etapas del proceso de
duelo.
Según la agitación disminuye, los períodos de depresión
se hacen más frecuentes y alcanzan su máxima intensidad a
las 4 o 6 semanas del fallecimiento. Los momentos de gran
aflicción o pena pueden ocurrir en cualquier momento,
desencadenados por personas, lugares o cosas que recuerdan a
la persona fallecida. A algunas personas les resultan
difíciles de comprender o embarazosos los momentos en los
que la persona en duelo explota en lágrimas sin razón
aparente. En esta etapa puede ser deseable el mantenerse
apartado de aquellos que no comprenden totalmente o que no
comparten el duelo. Sin embargo, el evitar a los demás puede
acumular los problemas para el futuro y generalmente es
mejor el intentar reintegrarse a las actividades habituales
de cada persona tras aproximadamente un par de semanas.
Durante este tiempo, a los demás puede pareceres que la
persona en duelo desperdicia gran cantidad de tiempo sentada
sin hacer nada. Lo cierto es que la persona en duelo
generalmente piensa en esos momentos en el fallecido,
recordando una y otra vez tanto los buenos como los malos
momentos pasados juntos. Esta es una parte tranquila aunque
esencial del afrontamiento.
Con el paso del tiempo, el dolor intenso de la fase
inicial del duelo comienza a desvanecerse. La depresión
disminuye y empieza a ser posible pensar en otras
cosas e incluso el mirar hacia el futuro. Sin embargo, la
sensación de haber perdido parte de uno mismo nunca
desaparece del todo. Para los cónyuges en duelo por el
fallecimiento de su pareja existen continuos recordatorios
de su nueva situación de soledad al ver a otras parejas
juntas y a causa del bombardeo continuo de imágenes
de familias felices en los medios de comunicación. Tras
cierto tiempo, se hace posible el sentir de nuevo al
completo, aun cuando haya desaparecido una parte de
nosotros. Aún así, años más tarde podemos encontrarnos
hablando como si él o ella todavía estuvieran aquí.
Las etapas del duelo anteriormente descritas con
frecuencia se superponen y se muestran de diferentes formas
en diferentes personas. La mayoría de las personas en duelo
suele recuperarse en el primer o segundo año tras el
fallecimiento. La fase final del proceso de duelo es la
desvinculación de la persona fallecida y el comienzo de un
nuevo tipo de vida. La depresión desaparece por completo, el
sueño mejora y el nivel de energía retorna a la normalidad.
El deseo sexual, que puede haber desaparecido por algún
tiempo, ahora regresará - esto es bastante normal y en
absoluto hay que avergonzarse de ello.
Como vemos, no existe una forma estándar de duelo.
Además, las personas pertenecientes a diferentes culturas
suelen afrontar la muerte de formas bien diferentes. A
través de los siglos, la gente de las diferentes partes del
mundo ha desarrollado sus propias ceremonias y rituales para
afrontar la muerte. En algunas comunidades la muerte es
concebida únicamente como un paso más en el ciclo continuo
de la vida a la muerte más que como un final absoluto. Los
rituales y ceremonias del duelo pueden ser muy públicos y
demostrativos o privados y tranquilos. En algunas culturas
el período de duelo es fijo, en otras no. Aunque los
sentimientos experimentados por las personas en duelo en las
diferentes culturas pueden ser similares, sus formas de
expresarle pueden ser muy diferentes.
Niños y
adolescentes
Aún cuando los niños no suelen comprender el significado
de la muerte hasta que no tienen 3 ó 4 años de edad, sí
experimentan la pérdida de parientes cercanos de forma
bastante similar a como lo hacen los adultos. No hay dudas
de que, aún desde la infancia, los niños se afligen y sufren
una gran pena.
Sin embargo, los niños
perciben el tiempo de forma diferente a como lo hacen los
adultos, lo cual hace que puedan pasar por las etapas del
duelo bastante rápidamente. En sus primeros años en la
escuela los niños pueden sentirse responsables por el
fallecimiento de un familiar y por lo tanto pueden necesitar
ser reafirmados y tranquilizados al respecto. Los jóvenes
pueden no hablar de su duelo por miedo de añadir sobrecargas
adicionales a los adultos que les rodean. El duelo de niños
y adolescentes y sus necesidades de duelo no deben ser
pasadas por alto cuando un miembro de la familia ha
fallecido y deberían ser incluidos en los arreglos del
funeral.
Cómo
pueden ayudar a los amigos y familiares
Los familiares y amigos pueden ayudar dedicando tiempo a
la persona que está en duelo. No se necesitan demasiadas
palabras de consuelo sino más bien la voluntad de estar con
ellos durante el período de tiempo de su dolor y pena. Un
brazo amable sobre los hombros expresará atención y apoyo
cuando las palabras no son suficientes. Es importante que,
si lo desean, las personas en duelo puedan llorar ante
alguien con quien puedan hablar sobre sus sentimientos de
dolor y pena sin que se les diga que se sobrepongan. Con el
tiempo, ellos podrán superarlo, pero primero necesitan
hablar y llorar. A algunas personas les puede resultar
difícil el comprender porqué el que está en duelo persiste
en hablar sobre lo mismo una y otra vez, pero esto forma
parte del proceso normal de resolución del duelo y debe ser
estimulado. Si usted no sabe que decir, o incluso no sabe si
hablar sobre ello o no, sea honesto y dígalo. Esto dará a la
persona en duelo una oportunidad para expresarle su deseo,
qué es lo que quiere. Con frecuencia los demás evitan el
mencionar el nombre de la persona fallecida por miedo al
trastorno que esto pueda causar. Sin embargo, la persona en
duelo puede interpretar este hecho como que los demás han
olvidado su pérdida, añadiendo una sensación de soledad a
sus sentimientos de dolor.
Debe recordarse que las ocasiones festivas y los
aniversarios (no solamente de la muerte sino también de la
boda o el cumpleaños) son momentos particularmente dolorosos
en los que los familiares y amigos deben hacer un esfuerzo
especial por estar cerca de la persona afligida por el
duelo.
La ayuda práctica con la limpieza, las compras o el
cuidado de los niños puede aliviar la sobrecarga que implica
el estar solo. Los cónyuges ancianos en duelo pueden
precisar de ayuda con aquellos cometidos que el cónyuge
fallecido solía asumir, como encargarse de las facturas,
cocinar, las labores de la casa, revisar el coche, etc.
Es importante el conceder a la persona en duelo el tiempo
suficiente para la superación del mismo. Algunas personas
parecen superar la pérdida rápidamente, pero otras precisan
de más tiempo. Así, no es conveniente exigir demasiado
pronto de un amigo o familiar en duelo, ya que precisan de
tiempo para superarlo de una forma adecuada que les evite
problemas en el futuro.
El
duelo que no se resuelve
Existen personas que parecen no experimentar ningún tipo
de duelo. No lloran en el funeral, evitan cualquier mención
a su pérdida y regresan a su vida normal muy rápidamente.
Esta es su forma normal de afrontar la pérdida y no resultan
perjudicados. Pero otras personas pueden sufrir síntomas
físicos extraños o episodios repetidos de depresión en los
años posteriores.
Algunas personas no tienen la oportunidad de desarrollar
un duelo adecuado ya que las demandas, familiares o
laborales, que han de afrontar tras la pérdida no se lo
permiten. En ocasiones, el problema es que la pérdida no es
vista como algo propio. Esto ocurre con frecuencia, aunque
no siempre, en aquellas personas que han tenido un aborto.
De nuevo, pueden seguir períodos frecuentes de depresión.
En otros casos, la fase inicial del duelo caracterizada
por aturdimiento e incredulidad puede persistir en el
tiempo. Los años pueden pasar y la persona en duelo puede
encontrar difícil creer que la persona que amaba esté
muerta. Otros serán incapaces de pensar en cualquier otra
cosa pudiendo llegar a convertir la habitación del fallecido
en un santuario dedicado a su memoria.
Ocasionalmente la depresión que tiene lugar en cada duelo
puede hacerse tan intensa que se rechacen la comida y
la bebida y que surjan pensamientos suicidas que
hagan necesaria la intervención de su médico de cabecera.
Ayuda
de su doctor
Ocasionalmente, las noches de insomnio pueden prolongarse
en el tiempo constituyendo un problema grave. Su médico de
cabecera entonces podrá prescribirle algún fármaco hipnótico
durante algunos días.
Si la depresión persiste hasta el punto de afectar el
apetito, el nivel de energía, y el sueño, podrán ser
necesarios los fármacos antidepresivos, que como usted sabe
no crean dependencia. Si la depresión todavía no mejora su
médico de cabecera le remitirá a la consulta de su
psiquiatra de zona.
Las personas con dificultades en la resolución de su
duelo pueden obtener ayuda de su médico de cabecera o de las
diferentes ONG u organizaciones religiosas existentes. Para
algunos será suficiente el encontrarse y hablar con personas
que han pasado por la misma experiencia que ellos. Otros
precisarán acudir a un consejero o psicoterapeuta, bien en
grupo o de forma individual, durante cierto tiempo.
El duelo vuelve patas arriba
nuestro mundo y es una de las experiencias más dolorosas que
los seres humanos tenemos que superar. Puede ser extraño,
terrible o sobrecogedor. A pesar de ello, es parte de la
vida que hemos de afrontar y generalmente no requiere de
atención médica. Para aquellos que lo precisen, la ayuda
está disponible, no sólo por parte de sus médicos de
cabecera, sino también de las diferentes organizaciones no
gubernamentales y religiosas existentes.
Duelo
Infantil
El
anhelo del hijo por el padre muerto es especialmente intenso
y penoso, sobre todo cuando las cosas se vuelven más
difíciles de lo que eran antes. Ante la noticia de pérdida
de un padre algunos niños lloran otros, en cambio, no. La
tendencia a llorar se manifiesta poco en niños menores de 5
años y en los mayores de 10 es prolongada.
Al igual que los adultos, algunos niño tienen en ocasiones
imágenes vívidas del padre muerto, las que están vinculadas
con la esperanza de su regreso.
Cuando las condiciones son favorables, el duelo se
caracteriza por recuerdos e imágenes de la persona muerta,
además de tristeza por su muerte.
En el duelo patológico, el niño tiene dificultades para
expresar lo que siente, generalmente se debe a que los
padres reprimen sus sentimientos, o porqué no saben como
ayudar al niño a superar esto.
Luego de la pérdida de un padre se debe estar atento al
comportamiento o reacción de un niño para poder ayudarlo a
tiempo y evitar que algún tipo de conducta desadaptativa se
fije en él.
Finalmente, creemos que sería importante el pronto inicio de
una investigación seria en este campo ya que la bibliografía
e información son escasos, lo que puede presentar problemas
al clínico en un caso de éstos, ya que tendría que actuar en
forma experiencial lo que implica un gran gasto de energía
tanto para él como para el paciente.
ASPECTOS QUE INFLUYEN EN LA SITUACIÓN DE
DUELO.
El
camino que tome el duelo, esta profundamente influido por la
manera en que sea tratado, el padre sobreviviente, por sus
parientes y amigos durante las semanas y meses que sigan a
la pérdida.
1.-
Lo que se le dice al niño y cuando se le dice:
Los
adultos suelen estar presentes cuando muere un deudo o
pariente, si no lo están, la información le llega de todas
maneras en forma pronta. En cambio, en nuestra sociedad,
esto no ocurre con los niños, y la información suele
llegárles en forma tardía y equívoca. Debido a esto muchas
veces la respuesta del niño no está en consonancia con lo
ocurrido.
Cuando muere uno de los padres, casi siempre es el
progenitor sobreviviente el que informa a los hijos de éste
hecho, lo que obviamente es un paso penoso y difícil.
En la mayor parte de los casos, esta información se entrega
en forma inmediata, pero en algunos llega a postergarse por
semanas e incluso meses.
Generalmente, se le informa al niño que el padre muerto se
ha ido de viaje o que está en el hospital. El padre
sobreviviente es muy llevado a decir, también al niño, que
el otro se fue al cielo, esto en una familia devota no
presenta mayores dificultades, pero cuando la familia no lo
es se crean dificultades pues hay una discrepancia entre lo
que el padre cree y lo que se le dice al niño. En este caso,
el cielo, para el niño, no pasa a ser diferente de otros
lugares físicos como Rancagua, Arica, etc, y el niño
comienza a preguntar donde queda este lugar, quienes viven
ahí, etc. El niño, suele creer entonces que el padre muerto
regresará pronto; Ej: a un niño de 4 años le dijeron que su
padre muerto se había ido al cielo, el día de su cumpleaños
lloró porque éste no llegó a verlo.
Otra explicación que se les da a los niños cuando muere
alguien es que esta persona se ha ido a dormir, el niño no
entiende que se trata sólo de una metáfora y para él, el
irse a dormir, pasa a convertirse en un hecho peligroso.
Ahora
bien, los dos tipos de informaciones decisivas que se le
deben entregar al niño son:
- El
padre muerto no regresará.
- El cuerpo se encuentra sepultado bajo tierra.
Esta
información es difícil de entregar porqué el padre
sobreviviente busca proteger al hijo de la impresión de
muerte y de la situación de duelo.
Por lo común no se lleva al niño al entierro, y si se lo
lleva, no se le explica la razón de estar ahí; Ej: dos hijos
son llevados al entierro de uno de sus padres, pero ellos no
sabían que es lo que estaba sucediendo allí, ni tampoco se
atrevían a preguntar.
Se debe tener en cuenta que los niños interpretan
rápidamente los signos, y cuando un padre teme expresar sus
sentimientos, los hijos también reprimen los suyos y dejan
de hacer preguntas al respecto, por este motivo algunos
niños suelen negar la muerte de un padre.
- Lo que se debe hacer:
-El
1º paso consiste en brindar apoyo al padre sobreviviente de
manera tal que pueda reflexionar sobre lo ocurrido. Se le
debe ayudar a expresar sus sentimientos e impulsos, de esta
manera el duelo toma un camino sano. Una vez producido esto,
se hace menos dura la tarea de incluir a los hijos en el
proceso de duelo.
-El
padre y los hijos pueden expresar en común sus sentimientos.
-Finalmente debe considerarse que sólo patologías y
confusión nacen al ocultar la información de muerte a un
niño, o cuando se reprimen sus sentimientos. Sólo cuando se
les da información verdadera y el apoyo necesario, los niños
son capaces de asumir y responder al duelo en forma realista
y sana.
2.-
Ideas del Niño sobre la muerte:
Las
ideas de muerte de un niño derivan de sus tradiciones
familiares y de la relación con su grupo de pares.
Los niños comienzan a preguntar sobre la muerte cuando ven a
un insecto o a un ratón muerto; es importante, en este
momento, responder todas sus dudas para que se forme en él
una adecuada idea de muerte. Lo más importante es decir al
niño desde pequeño que todos vamos a morir algún día, que
esta es una ley de la naturaleza y que en ese momento es
natural sentir pena y deseos de que esa persona regrese con
nosotros.
3.-
Consideraciones Favorables al Duelo
Siempre que las condiciones sean favorables, todo niño va a
llorar a un padre desaparecido, igual que en el duelo sano
del adulto.
Las condiciones para el duelo infantil no son tan diferentes
a las del duelo del adulto. Las más significativas son:
- Que
haya mantenido una relación razonablemente segura y
afectuosa con sus padres antes de sufrir la pérdida.
- Que
se le dé información precisa sobre lo ocurrido, que se le
permita hacer toda clase de preguntas y se le conteste del
modo más honesto posible, que participe en la aflicción de
la familia e incluso en las ceremonias fúnebres.
- Que
cuente con la consoladora presencia del padre sobreviviente,
sino es posible, de un sustituto de confianza y que tenga la
seguridad de que esa relación habrá de continuar.
Reconocemos que en la realidad estas condiciones son
difíciles de reunir. Después de la muerte de un padre, el
niño o el adolescente generalmente anhela su presencia con
tanta persistencia como un adulto, a veces abriga la
esperanza de que el padre desaparecido pueda volver, otras
veces reconoce de mala gana que eso no puede ser y se pone
triste. A veces se puede comprobar que experimenta una viva
sensación de la presencia de la persona muerta. Puede tener
estallidos de cólera por la pérdida sufrida y en otras
sentimientos de culpabilidad, también teme que el padre
sobreviviente muera, es decir el resultado de una pérdida es
temer sufrir otra pérdida. A menudo se encontrará ansioso y
tendrá conductas difíciles de comprender.
Cuanto menor es el niño menos posibilidades hay de que el
duelo se parezca al de un adulto. Cuando las condiciones son
favorables, el duelo de los niños se caracteriza por
recuerdos e imágenes persistentes de la persona y por
repetidos accesos de anhelo y tristeza, especialmente en
reuniones de familia y aniversarios o cuando una nueva
relación empieza a marchar mal, esto es importante cuando se
espera que un niño con duelo establezca una nueva relación.
El niño debe aprender a diferenciar la relación anterior de
la nueva para que ésta prospere, esto es más decisivo aún
cuando se trata de una nueva figura parental, pues surgen
las comparaciones que son inevitables y penosas.
El niño responderá mejor a los nuevos rostros si el padre
sobreviviente y/o la nueva figura parental son sensibles al
recuerdo del niño por la relación anterior.
4.-
Respuesta a la Partida
El
niño frente a la pérdida reacciona de diferentes maneras,
algunas de las respuestas a la pérdida que tienen
implicaciones prácticas son la ansiedad, cólera y culpa:
La
ansiedad: un niño que sufrió una pérdida teme sufrir otra.
Esta actitud lo hará especialmente sensible a toda
separación de la figura que cumple con las funciones de
maternidad y también a cualquier hecho que le parezca
indicar otra pérdida, es propenso a buscar consuelo en algún
juguete viejo o manta, algo esperable a su edad.
Cólera o ira: algunos niños pequeños que pierden a un padre
se ponen extremadamente furiosos por el hecho. Suelen pasa
inadvertidos y por lo tanto no se consignan, especialmente
cuando la cólera se expresa de manera indirecta.
La
culpa será abordada más adelante
PÉRDIDA EN LA NIÑEZ Y TRASTORNO PSIQUIATRICO
Cuando las condiciones de duelo son desfavorables, los niños
a los que se les murió un padre suelen convertirse más que
otros en pacientes psiquiatricos. La sintomatología
dependerá de la forma en que fue elaborado el duelo. Estos
niños muestran extremada pesadumbre emocional durante la
primera parte de la vida adulta.
Se ha hecho un estudio con la intención de seguir la
evolución de niños que sufrieron una perdida hasta sus 30
años y compararlos con la evolución de niños que no
sufrieron ninguna pérdida.
Existe una significativa correlación entre el sexo del niño
remitido a tratamiento y el sexo del padre muerto. Es más
frecuente en niñas que se les murió la madre, y en niños que
se les murió el padre. Los síntomas y problemas presentados
por los niños suelen, a si mismo, tomar la forma de
enfermedades neuróticas o trastornos neuróticos, como
conducta antisocial o delincuencia.
Los factores posteriores a la muerte son tan o más
importante que la muerte misma en cuanto a la aparición de
la misma. La mayoría de los procesos patológicos son el
producto de la interacción de condiciones adversas
posteriores a la pérdida con los procesos de duelo puestos
en marcha por ello.
De
todas las atribuidas a la pérdida temprana la conducta
suicida es la que más aparece en el testimonio, otras son
-
Mostrar alto grado de apego ansioso (sobre dependencia).
-
Desarrollar afecciones depresivas de gravedad que llegan
incluso a calificarse como psicóticas.
Con
respecto a las depresiones, las ideas suicidas son más
elaboradas y persistentes que en los otros grupos
(separación y divorcio), muchas veces les resultaban
difíciles de controlar por lo que buscan ayuda para
protegerse. Muchos de los intentos suicidas estaban
precedidos por la pérdida o por la amenaza de una pérdida de
una persona importante para ellos.
1.-
Motivos que conducen al suicidio:
El
deseo de reunirse con una persona muerta.
El
deseo de vengarse de una persona muerta por haberse ido,
deseo que puede tomar la forma de deseos asesinos contra uno
mismo suscitados por una persona que se ha ido o bien deseos
de abandonar a otra persona en represalia.
El
deseo de destruir el sí-mismo a fin de acallar un abrumador
sentimiento de culpa por haber contribuido a una muerte.
La
sensación de que la vida no vale la pena de ser vivida sin
ninguna futura perspectiva de una relación amorosa con otra
persona.
2.-
Motivos para hacer una amenaza de suicidio:
El
deseo de obtener una respuesta solícita de una figura de
apego a la que se siente negligente; éste es el bien
conocido grito de ayuda.
El
deseo de castigar a una figura de apego para obligarla así a
ser más atenta.
VARIEDADES PATOLÓGICAS
1.-
Ansiedad Persistente.
A)
Temor a sufrir otra pérdida:
Quienes pierden a un padre temen perder también al otro, ya
sea por abandono o por muerte. Esto puede evitarse si es que
se le explica en forma clara al niño la causa de muerte del
otro padre, respondiendo, además todas sus preguntas al
respecto. También deben evitarse observaciones que directa o
indirectamente hagan al niño sentirse responsable de la
muerte del padre o del estado de salud del sobreviviente.
Otra cosa que generalmente no se considera, es el efecto que
tienen en un niño las palabras del padre sobreviviente
cuando dice que la vida ya no vale la pena vivirse, o cuando
expresa ideas suicidas.
En el niño es inevitable el temor de ser abandonado cuando
uno de los padres muere, esto se incrementa si se deja al
niño con algún deudo o extraño por algún tiempo.
La patología comienza cuando no se reconocen los temores del
niño de que pueda suceder tal cosa, y se agrava cuando son
rechazados o reprimidos por el padre sobreviviente.
B)
Temor de morir también:
Este tipo de razonamiento es bastante natural, aunque sea
equivocado. Como los niños se identifican con el padre del
mismo sexo, suelen creer que cuando muere el padre del mismo
sexo, deben morir ellos también.
Otro problema es que los niños suelen asociar la muerte con
algún hecho cercano y tratan de evitarlo, en lo futuro, para
no morir; Ej: A una madre embarazada se le detecta un cáncer
y, debido a su estado y a que este cáncer se encontraba muy
avanzado, la madre muere. Tiempo después la hija manifiesta,
en el colegio y en la casa, que no desea tener hijos y que
cuando grande va a ser monja. Una vez en terapia la niña
manifiesta que este temor se debe a que ha asociado el
embarazo con la muerte.
2.-
Esperanzas de reunión y Deseos de Morir El También:
Es común que los niños guarden la esperanza de reunirse con
el padre muerto. Esto se manifiesta de dos maneras:
- O
bien cree que el padre muerto regresará a este mundo
- O bien, el niño desea morir para reunirse con él. Estas se
ven fortalecidas por circunstancias como:
-
Promesas hechas por el padre muerto y que no alcanzó a
cumplir, y
- Tener buenas relaciones con el hijo, y luego de la muerte,
el cuidado y afecto se vuelven penosos y desdichados para el
niño
3.-
Persistencia en Culpar o Culparse.
Es muy fácil que un niño le eche la culpa a algo o alguien
(incluso a sí mismo) por la muerte de uno de los padres,
ésto se debe a dos razones:
- En
general un niño no tiene ideas claras sobre lo que causa la
muerte.
- Los niños asignan gran importancia a lo que ven, a lo
oyen, o a lo que se les dice.
El
60% de los niños se culpa, o culpa al padre por la muerte
del otro. Un niño se echará la culpa si el padre que muere o
el padre sobreviviente trataron de controlarlo diciéndole
que su conducta estaba enfermándole o que sería la causa de
su muerte, así mismo cuando oye que un padre amenaza a otro.
4.-
Hiperactividad:
Cuando un niño se muestra excesivamente activo o agresivo,
resulta difícil asociar ésto con la pérdida de uno de los
padres. Los niños suelen responder de esta manera cuando el
padre sobreviviente no demuestra cariño por el niño o cuando
ambos se llevan mal.
Esta respuesta se da cuando se es incapaz de una adecuada
respuesta de duelo, también se da en los adultos por esta
causa.
5.-
compulsión a Entregar Cuidados y a Confiar en Sí Mismos:
Se da cuando se hace sentir responsable al niño de los
cuidados de un padre. También cuando el niño ha sido cuidado
en forma inapropiada; luego de mostrarse triste y de anhelar
amor y apoyo, se preocupa intensamente de la tristeza de
otros y se siente impulsado a hacer lo posible por ayudarlos
y sostenerlos; Ej: Un niño que, luego de la muerte del
padre, siente que debe ocupar el vacío dejado por éste.
6.-
Euforia y Despersonalización:
Cierto grado de euforia es común en niños que no han pasado
por el adecuado proceso de duelo, algunas veces parece
probable que se deba a una expresión de alivio por quedar
ahora anuladas las molestas restricciones impuestas por el
padre muerto. También se da porqué los niños manifiestan que
no quieren estar tristes, el razonamiento es que la persona
feliz no muere.
Otro motivo para presentar euforia, se debe a lo descrito
por Mitchel en 1966: "La característica más típica de la
persona muerta es su inmovilidad, por lo tanto es natural
que un niño que tema morir se mantenga en constante
movimiento. Incluso la idea de mantener con vida a otras
personas contribuye a esta respuesta".
7.-
Síntomas Identificatorios y los Accidentes:
Particularmente notorios son aquellos casos en que la
pérdida se manifiesta en síntomas que son la réplica de
aquellos que tuvo la persona muerta; Ej. Un niño, que perdió
a su madre producto de un ataque al corazón, manifiesta
constantemente que le duele el pecho y que necesita de un
médico, sin que se le halla detectado nada en los exámenes
que se le han practicado.
Muchos clínicos creen que aquellos niños que han sufrido una
pérdida son más proclives a sufrir accidentes que otros,
muchos antecedentes circunstanciales apoyan esta tesis,
aunque no se ha hecho un estudio serio al respecto.
PERDIDA EN LA CONDUCTA DEL PADRE
SOBREVIVIENTE CON LOS HIJOS
Viudas:
Cuando un padre muere es inevitable que cambie el modo de
tratar a los hijos del sobreviviente, pues ahora se
encuentra en un estado de aflicción y además es el único
responsable de los hijos. La madre sobreviviente debe
desempeñar dos roles.
La muerte modifica todos los planes y esperanzas del futuro
y precisamente cuando un niño está más necesitado de afecto,
paciencia y comprensión de los adultos que están a su lado,
éstos no se encuentran en condiciones de brindárselos. Una
de las posibilidades que se presentan es la de enviar a los
niños a otra parte, otra forma frecuente de reaccionar es la
contraria, es decir, que el padre busque consuelo para sí en
los hijos, en estos casos los hijos suelen compartir la cama
con el padre sobreviviente. También es común que se abrume
al niño con responsabilidades o exigencias demasiado
elevadas que no le son fáciles de llevar, en otros casos se
le exige al niño que sea una replica del padre muerto,
asimismo se observa ansiedad y preocupación por la salud del
niño y de la propia.
Ansiosa y emocionalmente inestable una viuda suele ser
excesivamente laxa en los modos de disciplina con los hijos,
pasando frecuentemente de un extremo a otro, o sea puede
llegar a ser muy estricta también.
Viudos:
Cuando se trata de hijas, los padres viudos suelen exigirle
demasiado en cuanto a la compañía y el consuelo. Cuando se
trata de hijos pequeños, el padre encarga el cuidado de los
hijos a otra persona y los ve menos.
Finalmente, muchas de las dificultades que experimenten los
niños luego de la pérdida de uno de los padres dependerá de
la conducta del padre sobreviviente con ellos.
INTERVENCIÓN TERAPEUTICA
-
Rectificación de las fantasías de muerte.
- Trabajar la idealización del padre muerto.
- Terapia familiar:
a)
Trabajar la elaboración de su propio duelo.
b) Aceptar al niño tal cual es, sin asignarle funciones del
difunto.
c) Eliminar los beneficios secundarios que obtiene el niño
en relación con el manejo de la pérdida.
d) Colaborar en la desidealización del padre muerto.
e) Aceptar las emociones que se vivencian en relación al
padre muerto.
Reacciones habituales después de la muerte de un ser querido
Alain
Giacchi
Estas son
algunas de las reacciones más comunes que suelen
aparecer después de una pérdida. No te sientas obligado
a tener todas las sensaciones y experiencias aquí
descritas. Cada duelo, como cada persona, es único.
Negación / incredulidad
¡No puede
ser verdad! ¡No es más que una horrible pesadilla!
Piensas y actúas como si tu ser querido continuara vivo.
Suena el teléfono y, por un instante, piensas que es él.
No has perdido la esperanza de que vuelva. Necesitas
tiempo.
Insensibilidad
Es como si
le estuviese pasando a otro.
Nada parece real, te sientes embotada, como un autómata,
incapaz de reaccionar… Este aturdimiento te ayuda a ir
asimilando la dura realidad.
Enojo
/rabia /resentimiento
¿Por qué
has permitido esto Dios mío? ¡Esos malditos médicos la
dejaron morir! ¿Cómo me dejas ahora con todo lo que te
necesito? ¡Todos siguen viviendo como si nada hubiera
pasado!
Estás rabioso contra todos y contra todo. El
resentimiento forma parte de tu dolor y es algo normal.
No luches contra él. A medida que tu dolor se vaya
calmando ira disminuyendo.
Tristeza
Siento una pena
muy grande y todo me hace llorar.
La tristeza es el
sentimiento más común. Puede tener muchas expresiones:
llanto, pena, melancolía, nostalgia… Date permiso para
estar triste, para llorar.
No te preocupes si lloras mucho o poco; el llanto no es
la medida de tu amor, sino parte de tu propia
expresividad.
Miedo / angustia
Estoy
asustado/a ¿qué va a ser de mí?
Te sientes inquieto/a, confuso/a, desamparado/a,
desesperado/a. Tienes miedo de volverte loco/a. Estos
sentimientos tan intensos y tan desagradables son algo
natural.
Culpa / autorreproches
Si al
menos hubiera sido más cariñoso/a
llamado antes al médico
tenido más paciencia
le hubiera dicho más a menudo lo que le quiero
La lista
puede ser interminable. El pasado no puede cambiarse y
ya tienes bastante sufrimiento como para castigarte de
esta manera. No olvides de hacer también una lista con
todo lo que hiciste por tu ser querido.
Soledad
Me siento
tan sola ahora. Es como si el mundo se hubiera acabado.
Son tantas
cosas vividas y compartidas juntos que vas a necesitar
tiempo para aprender y acostumbrarte a estar sin él o
ella.
Alivio
Gracias a
Dios que todo ha terminado.
El final de una larga y dolorosa enfermedad o relación
se pueden vivir con una sensación de alivio y descanso.
Sensación de oír o ver al fallecido
Me parece
que me sigue llamando por la noche. El otro día me
pareció verlo entre la gente.
Son sensaciones pasajeras absolutamente normales
después del fallecimiento de una persona querida.
Ambivalencia / cambios de humor
Hace un
momento me sentía agradecido a mis amigos por su ayuda y
ahora los mandaría a todos a la mierda.
Puedes estar tranquilo/a en un momento dado y
alborotado/a en el instante siguiente. Los sentimientos
pueden ser cambiantes y contradictorios. Acéptate así,
imprevisible.
IMPORTANTE: NO DUDES EN CONSULTAR CON UN PROFESIONAL SI
SIENTES QUE LA SITUACIÓN QUE VIVES TE SUPERA O QUE,
PASADO EL TIEMPO ,NO ENCUENTRAS ALIVIO A TU DOLOR.
Estas son
algunas de las sensaciones corporales que puedes
sentir. Es el llamado duelo del cuerpo.
NAUSEAS
PALPITACIONES
OPRESIÓN EN LA GARGANTA, EL PECHO
NUDO EL ESTÓMAGO
DOLOR DE CABEZA
PÉRDIDA DE APETITO
INSOMNIO
FATIGA
SENSACIÓN DE FALTA DE AIRE
PUNZADAS EN EL PECHO
PÉRDIDA DE FUERZA
DOLOR DE ESPALDA
TEMBLORES
HIPERSENSIBILIDAD AL RUIDO
DIFICULTAD PARA TRAGAR
OLEADAS DE CALOR
VISIÓN BORROSA
DIFICULTAD PARA TRAGAR
IMPORTANTE: NO DUDES EN CONSULTAR A TU MÉDICO SI LAS
MOLESTIAS PERSISTEN O SI OBSERVAS UN DETERIORO
IMPORTANTE EN TU SALUD.
Estas son
algunos de los comportamientos o conductas
habituales después de la muerte de un ser querido
LLORAR
SUSPIRAR
BUSCAR Y LLAMAR AL FALLECIDO
HABLAR CON EL FALLECIDO
QUERER ESTAR SOLO, EVITAR A LA GENTE
DORMIR POCO O EN EXCESO
DISTRACCIONES, OLVIDOS, FALTA DE CONCENTRACIÓN
SOÑAR O TENER PESADILLAS
FALTA DE INTERÉS POR EL SEXO
NO PARAR DE HACER COSAS O APATÍA
IMPORTANTE: NO DUDES EN CONSULTAR CON UN PROFESIONAL SI
ESTOS COMPORTAMIENTOS TE PREOCUPAN O SON PERSISTENTES
Recomendaciones para sobrevivir al dolor y a la pérdida
Date permiso
para estar en duelo
Date permiso para estar mal,
necesitado, vulnerable…Puedes pensar que es mejor no sentir
el dolor, o evitarlo con distracciones y ocupaciones pero,
al final, el dolor saldrá a la superficie. El momento de
dolerte es ahora.
Acepta el hecho de que estarás menos atento e interesado por
tus ocupaciones habituales o por tus amistades durante un
tiempo, que tu vida va a ser diferente, que tendrás que
cambiar algunas costumbres...
Deja sentir
dentro de ti el dolor
Permanece abierto al dolor de tu corazón. Siente y expresa
las emociones que surjan, no las pares. No te hagas el
fuerte, no te guardes todo para ti, y con el tiempo el dolor
irá disminuyendo.
Sentir y expresar el dolor, la tristeza, la rabia, el
miedo...por la muerte de tu ser amado, es el UNICO camino
para cerrar y sanar la herida por la pérdida.
Date tiempo
para sanar
El duelo por la pérdida de una persona muy importante suele
durar entre 1 y 3 años. No te hagas pues expectativas
mágicas. Estate preparado para las RECAÍDAS. Hoy puedes
estar bien y un suceso inesperado, una visita, el
aniversario, las Navidades te hacen sentir que estás como al
principio, que vas para atrás, y no es así.
El momento más difícil puede presentarse alrededor de los 6
meses del fallecimiento, cuando los demás comienzan a pensar
que ya tienes que haberte recuperado.
Sé paciente
contigo mismo/a
Aunque las emociones que estas viviendo pueden ser muy
intensas y necesitar mucha energía, son PASAJERAS. Procura
vivir el momento presente, por duro que sea. Se amable
contigo mismo/a. Recuerda que el peor enemigo en el duelo es
no quererse.
No temas
volverte loco/a
Puedes vivir sentimientos intensos de tristeza, rabia,
culpa, confusión o abatimiento, deseos de morir... Son
reacciones habituales y normales después de la muerte de un
ser querido.
Aplaza las
decisiones importantes
Decisiones como vender la casa, dejar el trabajo, marcharte
a otro lugar…es preferible dejarlas para más adelante.
Seguramente, ahora no puedes pensar con suficiente claridad,
y podrías más tarde lamentarlo. No suele ser tampoco
conveniente iniciar una nueva relación afectiva (nueva
pareja, otro embarazo…) mientras no hayas resuelto
adecuadamente la pérdida.
No descuides
tu salud
Pasados los primeros días puede resultarte muy útil que te
hagas un horario (hora de levantarte, comidas, hora de
acostarte…) y lo sigas. Aliméntate bien y cuida tu cuerpo.
No abuses del tabaco, alcohol, tranquilizantes...
No te
automediques
Si para ayudarte en estos momentos tienes que tomar algún
medicamento, que sea siempre a criterio de un médico y nunca
por los consejos de familiares, amigos y vecinos bien
intencionados. Recuerda que tomar medicamentos para "no
sentir" pueden contribuir a cronificar el duelo.
Busca y
acepta el apoyo de los otros
Sigue conectado con los otros. Necesitas su presencia, su
apoyo, su preocupación, su atención... Dale la oportunidad a
tus amigos y seres queridos de estar a tu lado. Piensa que
pueden querer ayudarte, pero no saben la manera de hacerlo.
Pueden temer ser entrometidos o hacerte daño si te recuerdan
tu pérdida. No te quedes esperando su ayuda y pídeles lo que
necesitas.
Procura ser
paciente con los demás
Ignora los intentos de algunas personas de decirte cómo
debes sentirte y por cuanto tiempo. Sentirás que algunas
personas no comprenden lo que estas viviendo. Intentarán
hacer que te olvides de tu dolor, comprende que lo hacen
para no verte triste. Piensa que quieren ayudarte, pero que
no saben como hacerlo. Busca personas de confianza que te
permitan "estar mal" y desahogarte sin miedo cuando lo
necesites.
Date permiso
para descansar, disfrutar y divertirte
Date permiso para sentirte bien, reír con los amigos, hacer
bromas... Tienes perfecto derecho y además puede ser de gran
ayuda que busques, sin forzar tu propio ritmo, momentos para
disfrutar. Recuerda que tu ser querido querría solo lo mejor
para ti y que los "malos momentos", vendrán por si solos.
Confía en tus
propios recursos para salir adelante
Recuerda como pudiste resolver otras situaciones difíciles
de tu vida. Repítete a menudo: "algún día encontraré mi
serenidad".
SI VES
QUE PASADO UN TIEMPO...
TE
SIGUES SINTIENDO ATRAPADO EN TU SUFRIMIENTO
EL ABATIMIENTO SE HACE MÁS PROFUNDO
DEPENDES MÁS DE LOS MEDICAMENTOS O EL ALCOHOL
EL DESEO DE MORIR SE HACE MÁS INTENSO…
BUSCA UN PROFESIONAL QUE TE AYUDE A ELABORAR EL DUELO
ADECUADAMENTE.
No
es fuerte el que no necesita ayuda, sino el que tiene el
valor de pedirla cuando la necesita.
Cómo ayudar a
alguien que ha perdido un ser querido
Si quieres acompañar a un
familiar o amigo que ha perdido un ser querido, y no sabes
cómo hacerlo, te proponemos una serie de senderos o
indicaciones sobre la mejor manera de ayudarle.
La incomodidad
nos mueve a recurrir a expresiones que no ayudan para nada:
“Tienes que olvidar”, "Mejor así, dejó de sufrir”, "El
tiempo todo lo cura", “Manténte fuerte por los niños”, "es
la voluntad de Dios", "Es ley de vida"…
Lo que más
necesitan al principio es hablar y llorar. No decirle que
tiene que sobreponerse, ya lo hará a su tiempo.
Si no sabes que
decir, no digas nada. Escucha, estate presente, sin pensar
que tienes que dar consejos constantemente o estar
levantando el ánimo.
Si no sabes que
hacer, colaborar en algunas tareas cotidianas o ayudar en el
papeleo, puede ser una buena manera de ayudarlo/a.
Tener en cuenta
las actitudes que no ayudan
No le digas que le comprendes si no has pasado por una
situación similar.
No intentes buscar una justificación a lo que ha ocurrido.
No te empeñes en animarle/a o tranquilizarle/a. Posiblemente
lo que necesita sólo es que le escuches.
No le quites importancia a lo que ha sucedido hablándole de
lo que todavía le queda.
No intentes hacerle ver las ventajas de una nueva etapa en
su vida. No es el momento.
Sentir y
expresar el dolor, la tristeza, la rabia, el miedo…por la
muerte de un ser querido, es el ÚNICO camino que existe para
cerrar y curar la herida por la pérdida.
Estás
equivocado/a si piensas verle o dejarle llorar y
emocionarse, no sirve más que para añadir más dolor al
dolor.
Estas
equivocado/a si crees que ayudar a alguien
que sufre
es distraerle de su dolor. Mediante la vivencia y expresión
de los sentimientos, la persona en duelo se siente aliviada
y liberada.
A veces, podemos
cortar las emociones del otro para protegernos de las
nuestras.
No temas nombrar
y hablar de la persona fallecida por miedo a que se
emocione. Si llora, no tienes que decir o hacer nada
especial, lo que más necesita en esos momentos es tu
presencia, tu cercanía, tu compañía y tu afecto.
No temas tu
mismo llorar o emocionarte. No hay nada malo en mostrar tu
pena, en mostrar que a ti también te afecta lo que ha pasado,
en mostrar que te duele ver a tu amigo/a o familiar en esa
situación.
Permitir que
hable todo el tiempo y todas las veces que lo necesite.
Una pareja de
padres expresaba su pesar con estas palabras:
“Los parientes y los amigos rehuyen hablar o pronunciar el
nombre de nuestra hija, desviando la conversación hacia
cualquier otro tema. Tal vez tengan miedo de alterarnos o
hacernos llorar. Pero, ¿qué pretenden? ¿qué la olvidemos o
que no lloremos más?
Comparte con tu
familiar o amigo/a recuerdos de la persona fallecida (ver
fotos, contar anécdotas...)
Recordar a la
persona amada es un consuelo para los supervivientes.
Repetir y evocar los recuerdos es parte del camino que
tienen que recorrer para sanar su herida.
Respetar también
su necesidad de no hablar.
Una viuda se lamentaba: "había más de 400 personas en el
funeral de mi marido. Entonces se ofrecieron muchos para
ayudarme. ¿Dónde están ahora, después de tres meses?"
El contacto puede mantenerse de muchas maneras. Puedes
hacerle una visita, quedar para tomar un café o dar un
paseo, enviar una carta o un email. Con una llamada
telefónica, por ejemplo, puedes romper su soledad y
recordarle que no está solo/a, que alguien está pensando en
él o ella.
Las fiestas y aniversarios son momentos particularmente
dolorosos en los que podemos hacer un esfuerzo especial para
estar cerca de la persona en duelo.