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Dra. Cristina Talavera - Consejera Cristiana
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Ser Adolescente

La adolescencia es el período que va después de la infancia y que se extiende hasta la edad adulta. En los chicos suele ir desde los catorce hasta los veinte años y en las chicas desde los doce a los dieciocho años.
Es un período crítico, voluble, turbado al cual padres y adolescentes temen. Los padres porque ignoran las reacciones del hijo en ese período y cómo acercarse a él sin que se rebote y el propio adolescente porque teme el descontrol.

Para los padres es difícil entender que los hijos crecen y pueden pensar y actuar por sí mismos y para los "pequeños rebeldes" llamados adolescentes la madurez se les sube a menudo a la cabeza.
Todos los que formáis parte de mi generación seguro que recordáis vuestra propia adolescencia, con esos cambios de carácter inexplicables, esas sensaciones corporales que se escapaban a nuestra comprensión y esas ganas de comerse el mundo y todo aquello que estaba prohibido. Nuestros primeros pitillos, nuestro primer contacto con el alcohol y las drogas, nuestro primer beso y nuestra primera decepción en el amor.

El adolescente se lanza de forma impetuosa a buscar experiencias porque cree ya ser mayor y suficientemente inteligente para salvar todos los obstáculos que se le atraviesen en su camino hacia la consecución de sus objetivos. Pero a menudo parece que todo sale mal y además sólo puede confiar en los amigos porque los padres parece que dejaron de comprenderle.

El equilibrio se ha roto, los padres dejaron de protegerle y tiene que afrontarse con diferentes retos en la vida que le conducirán al mundo adulto. A menudo en este camino tropiezan con otros adolescentes cuyos vínculos familiares no sean demasiado fuertes, cuyos padres han dejado de preocuparse por ellos, o simplemente que sufrían algún trastorno conductual. Nuestro adolescente es todavía frágil y antes escuchará a uno de los suyos que a vosotros, sus padres. Con esta suposición quiero llegar a un tema muy común dentro del grupo llamado Adolescentes y me refiero a "la delincuencia juvenil".

Llamamos Delincuente a "aquella persona joven que ha sido procesada y se la ha encontrado culpable de una ofensa que se calificaría como delito si la hubiera cometido un adulto". Los delitos más comunes son aquellos que atentan contra la propiedad y de violencia personal.
Hay diferentes teorías que explicarían la delincuencia entre los jóvenes, entre ellas está el contacto con otros modelos delictivos, valoraciones entre sus compañeros de ser una persona que se arriesga, que busca estímulos excitantes o que es el más fuerte.

El pronóstico de los delincuentes es bastante malo porque a menudo estos sujetos viven en barrios marginales y si no son sacados de ese entorno es muy difícil por no decir imposible que abandonen la delincuencia.
Cuando se trata de trastornos de conducta la mejor terapia es la conductual, modificación de conducta, a la vez que trabajaremos con su entorno inmediato para lograr el cambio de actitud.

Los adolescentes necesitan al igual que los niños de una vida familiar segura, de un entorno adecuado donde poder encontrar la estabilidad que les conducirá hacia la madurez. Desorientados por sus contradicciones internas, buscan con afán un afecto y dirección donde poder comprender qué les está pasando. El mundo se le aparece bruscamente y así es como él lo explora, sin orden ni concierto, sin inicio lógico; el tiempo pasa pronto y tiene mucho que absorber. Su propio "yo" le deja perplejo y busca en agrupaciones, en valores espirituales,.. comprensión. Se quiere al amigo, se le admira, se confía en él y hasta se le imita.

Los padres tendrán que mostrarse seguros para afrontar ese período perturbador, deberán incrementar las normas y orden y sobre todo, tendrán que fomentar el acercamiento afectivo hacia su hijo adolescente porque en ese vínculo es donde equilibraremos al adolescente para lograr que esa etapa sea recordada como una de las mejores de su vida y no como la peor.

Una etapa crítica en nuestros hijos

Cualquiera que hable con gente joven sabe que la etapa de la adolescencia, de los 12 a los 18 años, es un periodo crítico. A los padres y a los maestros de los quinceañeros no habrá que recordarles las frustraciones y las impotencias que han podido experimentar a causa de los ajustes y los problemas de los adolescentes en esa etapa.

El niño entra en la adolescencia con buena parte de los sentimientos, actitudes, capacidades y dependencias de su vida anterior, y lo normal es esperar que culmine esta etapa completamente preparado para comportarse como una persona responsable en el mundo adulto. Pero lo cierto es que esa preparación suele ser poco adecuada; la mayoría de los jóvenes se pasa la década de sus veinte años intentando corregir las carencias que encuentran en su habilidades, en la confianza y en el conocimiento de sí mismos, huecos que no pudieron rellenar durante su época de adolescentes.

La adolescencia es la última etapa en la que los padres y educadores pueden tomar parte activa y ayudar a los hijos a sentar sus caminos vitales; la última etapa en la que podemos ser ejemplo cotidiano, aconsejar, organizar actividades familiares, ofrecer variadas oportunidades y mantenernos en contacto con el proceso educativo. Cuando la adolescencia finaliza, la mayoría de los jóvenes se pone a trabajar, va a la universidad o se casa; o lo que es lo mismo, entra en un mundo totalmente suyo. Y nosotros debemos estar dispuestos a darles rienda suelta para que vivan su vida lo mejor posible, amándoles y ayudándoles a distancia.

Uno de los recursos más importantes con que se puede dotar a un adolescente es el sentimiento de su propia valía, precisamente en estos tiempos de cambios rápidos y de desorganización familiar. Este sentimiento es una fuerza que el adolescente lleva en su interior y si está bien arraigado y el sabe como conservarlo en buenas condiciones, le acompañará siempre y podrá fiarse de él durante toda su vida.

La relación padres - hijos adolescentes

Muy pocos padres actuales salen ilesos del paso por la adolescencia de sus hijos. Mientras el adolescente atraviesa con la velocidad de un ciclón muchas etapas (crecimiento, presiones sociales, estados de ánimo, caprichos, etc...) los padres suelen sentir que van aguantando como pueden. Experimentan grandes ansiedades por el bienestar de su hijo adolescente. Antes, mientras los niños eran más pequeños, las relaciones eran más llevaderas y ahora, con la adolescencia, los problemas parecen crecer.

El desarrollo y los problemas de los adolescentes nos amenazan de muchas maneras. Debemos aprender a aceptar la amenaza y a manejar nuestros sentimientos con honestidad para resolver los problemas que se nos planteen con mayor efectividad. Esto es algo así como lo que debe hacer el psicólogo al terminar su carrera y antes de ponerse a trabajar en contacto con pacientes. Debe reconocer sus propias debilidades para poder atender sin mezclar en ello los propios sentimientos inspirados o movidos en el por muchos pacientes.

Así pues volviendo a la adolescencia, algunas de las cuestiones que formarían parte del examen conciliatorio a efectuar por parte de los padres para no mostrar ambigüedad de sentimientos en su relaciones con los adolescentes son las siguientes:

¿ Qué siento hacia mi hijo adolescente en este momento ?
¿ Qué significa un hijo adolescente para mí ?
¿ Veo a mi hijo adolescente como un seguro de futuro ante la soledad o las necesidades económicas de mi propia vida ?
¿ Quiero que él cumpla con mis expectativas y ambiciones ?
¿ No será que no me fío de él porque yo no era de fiar cuando tenía su edad ?
¿ Me hacen sentir menos capaz su juventud, su vitalidad y las promesas que encierra su vida ?
¿ No le exigiré más por la angustia que a mí me produce el paso del tiempo ?
¿ Tengo miedo de perder el control y el poder que ejerzo sobre él ?

Como padre o madre debes responder honestamente a las preguntas formuladas arriba pues de esta manera se abrirá para vosotros el camino para aceptaros y aceptar a vuestros hijos adolescentes como seres humanos.

Sabiendo como piensas, que sientes hacia él, podrás ayudarle a plantear comportamientos que sean la base de un respeto mutuo.

Si puedes verte como persona primero, y como padre después, probablemente serás capaz de nutrir a tu hijo de una forma más completa.

La edad del pavo

La edad del pavo es frecuentemente el momento en que ese choque generacional es más espectacular y, en ocasiones, más difícil de comprender para los padres y más dolorosa para los adolescentes.

Partamos de lo obvio: los hijos no vienen con libro de instrucciones, y cada uno es un ser único e irrepetible que, para ser comprendido, requiere de sus padres y hermanos mucha paciencia, capacidad de escucha y dotes de observación.

El ser humano tiene una triple dimensión: biológica, psicológica y social. Y en el adolescente se producen repentinamente cambios en las tres dimensiones, lo que causa el desconcierto del propio joven y de su familia. Aunque la transición de la niñez a la edad adulta pueda durar muchos años, la edad del pavo suele venir acompañada de un cambio de carácter, a veces profundo.

Comienza el adolescente percibiendo una apariencia física diferente: los rasgos infantiles dejan paso a un cierto desgarbo y desproporción en las formas corporales, surge el vello, la maduración de las gónadas sexuales da lugar a las primeras menstruaciones en las chicas y a las primeras eyaculaciones en los chicos. De pronto, los niños se topan con un cuerpo extraño y deben acomodarse a la nueva circunstancia: se ven "metidos" en una anatomía casi adulta que les resulta ajena y les inquieta sobremanera.

El cuerpo se convierte en algo nuevo, que debe ser minuciosa y constantemente observado: las sesiones de espejo se hacen interminables, cualquier cambio -espinillas, vello, cambio de voz en los chicos, la menstruación y el crecimiento de los senos en las chicas- se convierte en un contratiempo y comienzan las reflexiones y, a veces, los incesantes cuidados corporales para aceptarse uno mismo y para ser bien visto por los demás.

En esta edad, distinguirse de los demás no es normalmente un objetivo. La mayoría de los adolescentes, en esta fase de la edad del pavo, se muestran rebeldes a las consignas pero obedecen sumisamente los dictados de la moda juvenil más convencional.

Con el sexo hemos topado

Con la maduración sexual, surge la atracción por el otro sexo. Es un momento que se vive muy atribuladamente y se percibe como un descubrimiento espectacular. Con la evolución de las costumbres, se han modificado las conductas adolescentes respecto al sexo. Ahora, ellas también toman la iniciativa. Los modos y estrategias de seducción son más abiertos y directos, y se activan tanto por los chicos como por las chicas. Este descubrimiento de la sexualidad conduce a la exploración del placer que produce practicarla, a solas o en compañía.

Hoy, pocos adolescentes ven el sexo como algo perverso o pecaminoso. Se esconden casi lo mismo que lo hacían sus mayores, pero no temen tanto la práctica del sexo. Para los padres, la actividad sexual de sus hijos adolescentes es, ante todo, un problema: de conciencia moral ("pero si son tan jóvenes que..."), de estilo ("en nuestra época, el sexo era una cosa más romántica, más elegante...") y, fundamentalmente, de riesgo ("mira que si la dejas embarazada" o "si te quedas encinta, qué harías con un niño a los 17 años"). Pero para muchos adolescentes, el sexo es una aventura apasionante por la que merece la pena asumir ciertos riesgos. Esta manera tan divergente de vivir la sexualidad frena la implantación de una educación sexual eficaz para los niños. Prohibir drásticamente o anatematizar las relaciones sexuales propicia que las realicen con conciencia de culpa, que no soliciten la información necesaria y que corran riesgos perfectamente evitables, como las enfermedades contagiosas y el embarazo no deseado.

Tanto educadores como padres debemos proporcionar a los adolescentes informaciones claras y completas, primando, en su caso, la recomendación de un sexo consciente, responsable, seguro y placentero. La edad del pavo es una fase en que, por otra parte, los jóvenes necesitan comprobar las posibilidades y habilidades de lo que perciben como nuevo continente físico, su propio cuerpo. Por ello, la práctica de deportes es particularmente aconsejable en esta edad.

Qué pasa en esa cabecita

En el adolescente, la procesión va por dentro: su psique, sus emociones, son un hervidero de problemas, inseguridad, dudas y contradicciones. No sabe quién es ni lo que quiere, se ve inestable en sus propósitos. Y, en sus conductas visibles, reacciona de una forma sorprendente: se muestra cabezota, obstinado en las discusiones, lleva la contraria casi por sistema, habla poco y cuando lo hace es mediante susurros; o, lo que es peor, a gritos, como quien está seguro de todo y acaba de descubrir la verdad de las cosas. Discute sólo para ganar, para hallar en la lucha dialéctica esa firmeza de la que carece.

Necesita "matar al padre", derrocar la autoridad. Por eso es contestario, rebelde sin causa. Pero cree que sólo esa ruptura traumática le va a conducir a la emancipación. Con esa oposición sistemática están reivindicando ante los adultos el "yo no soy tú". Necesitan ser autónomos y que se les reconozca como independientes en algunas cuestiones. Pero a la vez, y esto azora a los padres, es frecuente que no se muestren responsables para lidiar con sus estudios, ordenar su habitación o racionalizar sus gastos personales. La batalla está asegurada.

Los padres les espetan "si quieres hacer tu vida y ser independiente que sea para todo: para estudiar y para organizarte mejor" y ellos responden con un lacónico y polivalente "el único problema es que no me comprendes". Los adultos también hemos sido adolescentes, pero nunca hemos tenido la edad de nuestros hijos. Hace 30 años vivíamos en una dictadura, no había más que una TV, no existían los ordenadores ni Internet, en la escuela las clases no eran mixtas, se pensaba que la masturbación era pecado, las familias de dos y tres hijos eran lo normal, los jóvenes despertaban al sexo en la veintena y no había preservativos ni educación sexual alguna, el trabajo abundaba, el rock era cosa de desquiciados, casi nadie viajaba en vacaciones y sólo iban a la Universidad unos pocos elegidos. Cualquier parecido con la realidad actual es pura coincidencia. Partamos de ello, y estaremos más capacitados para entender el mundo interior de los adolescentes, y más motivados para observarles con atención y escucharles con paciencia, cercanía y cariño. Ahora bien, aunque podamos ceder en cosas para ellos importantes (apariencia externa, gustos musicales y aficiones, amistades, horarios en días festivos... ) hemos de mostrarnos firmes en lo fundamental: respeto a padres y hermanos, responsabilidad en sus deberes académicos y hogareños, salud y seguridad personal ... Porque, aunque se oponen a cualquier autoridad, necesitan una referencia, unas certidumbres que alivien su estado de duda y les sirvan de orientación.

Cuando se educa a un adolescente, hay que hacerlo a largo plazo. Si hemos mantenido en esta etapa una actitud de escucha y comunicación, combinando el afecto con las concesiones y la firmeza, es muy probable que vuelvan a la normalidad de la vida familiar. Porque, desde esa serenidad adquirida, percibirán a la familia como el valor seguro que es.

Flexibilidad e inteligencia El tirón que cada adolescente experimenta para no perderse el estado de ebullición mental y física que su edad y cambios físicos le generan es tan fuerte que los adultos poco pueden hacer, más allá de recabar información sobre sus hábitos. Y la influencia del medio social está tan llena de riesgos que los padres pueden adoptar posiciones extremas: prohibición total, protección excesiva, obsesión por saber todo lo que hace el hijo o hija... La flexibilidad es la actitud más inteligente: no discutamos por las cuestiones menores, pero defendamos una posición firme, aunque siempre razonada, sobre ciertos hábitos que atentan contra la salud, la seguridad o el ritmo de algunas diversiones que impiden que cumpla con los estudios o se alimente y descanse correctamente. Nos resulta difícil comprender por qué van en masa, bailan al mismo ritmo, visten igual y escuchan la misma música. Pero es su seno social, que sienten como protector de su inseguridad. Ahí están a gusto. Se defienden frente a un mundo adulto que consideran agresor. Y en ese útero de masas van incubando su proceso de emancipación. En períodos posteriores, dejarán de necesitar a la masa protectora e irán por libre. Esperémosles con las puertas abiertas, pero sin perder el hilo de por dónde y cómo se va tejiendo ese proceso de construcción personal. Cómo ayudar a nuestros hijos en la edad del pavo

Cómo ayudar a nuestros hijos en la edad del pavo

Hay algunas manifestaciones típicas de esta edad que preocupan a los padres: el fracaso escolar, el inicio en el consumo de alcohol y drogas, las conductas marginales, ese aislamiento de todo y de todos que puede exigir la intervención de un psicólogo... Lo cierto es que cada adolescente es todo un mundo que hemos de conocer, y podemos ayudar a nuestro hijo en esta etapa si actuamos como sigue:

Mantenernos bien informados de cómo evolucionan sus sentimientos y emociones, su cuerpo y sus relaciones sociales
Permanecer abiertos a la comunicación con él o ella, en cualquier circunstancia
Descubrir qué les agrada. Escucharles con paciencia e interés.
Facilitar su emancipación, cediéndoles paulatinamente cotas de libertad y de responsabilidad.
Mostrarnos flexibles en lo que entendamos accesorio, y firmes en lo fundamental.
Sepamos, en términos educativos, esperar (mirando a medio plazo) y procuremos, siempre, ponernos en el pellejo de nuestro hijo. Para ello, debemos conocerle y respetarle mucho.

Pubertad: Para Muchachas

La pubertad es la época en que tu cuerpo comienza a cambiar de cuerpo de niña a cuerpo de mujer. Puede tardarse varios años, y generalmente ocurre entre las edades de nueve a 17. Generalmente, las muchachas comienzan su pubertad antes que los muchachos.

La pubertad ocurre cuando tu cerebro y tus órganos sexuales envían mensajes al resto de tu cuerpo. Estos mensajes los llevan unas substancias químicas llamadas hormonas. Las hormonas preparan tu cuerpo y tu mente para entrar a la madurez sexual (edad adulta).

Cambios exteriores

Durante la pubertad, las caderas de las muchachas comienzan a ensancharse. Tal vez tú ni siquiera te des cuenta, porque es un cambio muy sutil. Luego, pelo comienza a crecer debajo de tus brazos, alrededor de tus órganos genitales, y un vello más fino comienza a aparecerte en las piernas y los brazos. Tus senos comenzarán a cambiar en tamaño y forma. Este cambio puede ocurrir lentamente o con rapidez, dependiendo de ti.

Probablemente comenzarás a sudar más debajo de los brazos, y tu sudor podría oler diferente. Eso es algo de fácil remedio — báñate con mayor frecuencia y comienza a usar un desodorante si no te gusta tu olor.

Durante la pubertad, tanto muchachas como muchachos pueden resultar con acné (también conocido como "espinillas"). El acné es muy común y relativamente fácil de tratar. Tu proveedor del cuidado de la salud podrá encontrar el tratamiento que sea bueno para ti.

A veces, las hormonas de la pubertad pueden causar cambios en tu humor, haciendo que te sientas más incómoda, o exaltada por cosas que antes no te alteraban. Esto es normal y es una buena idea compartir tus sentimientos con alguien de tu confianza, especialmente si te sientes muy triste o frustrada. Todos pasamos por la pubertad, de manera que tú podrías encontrar un adulto que te comprenda y te ayude a comprender tus sentimientos.

Cambios interiores

Las hormonas causan cambios en tus órganos reproductivos internos, preparándolos para pasar a los ciclos de menstruación y, algún día, tal vez tener un bebé. En cierto momento de tu pubertad vas a comenzar a tener ciclos de menstruación, y comenzarás a tener tu regla mensual. La mayoría de las muchachas comienzan a tener su regla casi en la misma edad que sus mamás, de modo que tú podrías preguntarle a tu mamá qué edad tenía ella cuando comenzó con la suya. Esa es una buena manera para comenzar a hablar con tu mamá sobre tu pubertad.

Tu primer ciclo menstrual comienza adentro de ti, donde tú no puedes verlo, cuando un óvulo sale libre de tu ovario. Esto es conocido como ovulación. Los ovarios generalmente liberan un óvulo por mes. Ese óvulo recorre el Tubo de Falopio camino al útero. Es difícil señalar cuándo ocurre eso, pero generalmente es como dos semanas después de tu regla.

Mientras tanto, el útero se ha preparado desarrollando un grueso forro interior de sangre. Este forro es muy importante si tienes un bebé. Si tuviste relaciones sexuales con un hombre y tu óvulo es fertilizado por su esperma, el óvulo fertilizado puede insertarse en el forro, y el embarazo principia. De otra manera, el forro comienza a salir pasados algunos días, y sale de tu cuerpo como "flujo menstrual" a través de la vagina. Este es el "desangre" que dura de cinco a siete días y se le conoce como tu "período" o tu "regla".

Tu período o regla

Los períodos o reglas son parte de un ciclo mensual por el que pasa la mayoría de las mujeres saludables durante sus años reproductivos. Generalmente tú no vas a ver o sentir el resto del ciclo, de manera que tu regla es el indicador que ha ocurrido el ciclo.

El flujo menstrual es generalmente más intenso en los primeros días. Algunas mujeres sufren de calambres antes o durante sus períodos. Esto es normal y se quita tomando Tylenol o ibuprofen. Si tú tienes muchos calambres, puedes obtener ayuda con tu proveedor de cuidado de la salud para tu salud. Algunas mujeres se sienten irritables, hinchadas, o tendrán una serie de otros síntomas antes de que comience su período menstrual. Esos síntomas son temporales y se les conoce como SPM o síndrome premenstrual.

Al principio, la mayoría de las mujeres tienen reglas "irregulares", o sea que no las tienen cada mes, o al mismo tiempo de mes a mes. Muchas mujeres se regularizan después de un año, aunque algunas mujeres nunca se regularizan. Los ciclos menstruales de la mayoría de las mujeres son de 28 a 32 días. Hay algunas cosas que harán que tu regla se retrase:

Tensiones ­ preocupaciones por problemas familiares, exámenes escolares u otras cosas.
 
Ejercicio ­ muchas mujeres atletas tienen períodos irregulares.
 
Cambios considerables en tu vida-haciendo algún viaje o mudándote.
 
Embarazo ­ es importante pensar en eso si eres sexualmente activa, aunque uses control de la natalidad
 
Control de la natalidad-métodos hormonales para controlar la natalidad (la Pastilla, implantes e inyecciones) pueden hacer que tu regla cambie o se interrumpa. Esto es algo que debieras charlar con la persona que te recetó el método de control de la natalidad.
 
Enfermedades ­ a veces, el estar enfermo o no sentirse bien puede causar un retraso en la regla
 

La pubertad es algo por lo que pasan todos y puede ser muy incómoda, embarazosa, y producir tu soledad. Es el tiempo adecuado para aprender de tu cuerpo y cómo funciona. Es también el momento oportuno para comenzar a hablar con tu mamá o tu papá acerca de sus experiencias cuando ellos tenían tu edad. También puedes hablar con la persona que cuida de tu salud si tienes preguntas que no te atreves a hacérselas a tus padres.

Qué pasa en la pubertad: muchachos

La pubertad es la época en la vida cuando tu cuerpo cambia de mirarse como un niño a mirarse como un adulto. Las hormonas que producen todos esos cambios te pueden dar una sorpresa. Tu cuerpo, tu cabello, tus emociones, tu voz, tu pene. Todo se ve afectado, así parece.

Generalmente, los muchachos comienzan su pubertad entre los 10 y los 12 años de edad, aunque algunos comienzan un poco antes o un poco después. Los cambios ocurren porque tu cuerpo deja escapar ciertas diferentes hormonas. La primera señal es cuando los testículos se ponen más grandes. Como un año después, tu pene aumentará de tamaño, y el vello púbico (el cabello que los adultos tienen en sus genitales) comienza a crecer.

Unos meses más tarde tu vello púbico comienza a salir, tu cuerpo comienza a crecer más rápidamente. Cuánto tiempo durará este súbito crecimiento, cuál será tu estatura definitiva, depende de muchas cosas. Aunque lo más importante es la estatura de tu familia. Mientras tú estás creciendo, algunas otras partes (especialmente tus manos y piernas) pueden crecer con mayor rapidez que las otras, lo cual hará que te sientas torpe y desmañado. Muchos muchachos sienten molestos dolores por el crecimiento de sus brazos y piernas, conforme los huesos crecen más rápidamente que los músculos se pueden estirar.

En algunos muchachos aparece una hinchazón debajo de sus tetillas, lo que hará que se vean como senos de mujer. No es razón para asustarse. Eso lo causa las hormonas que vibran a través de tu cuerpo, y con el tiempo desaparecerá. Sin embargo, si te sientes preocupado, puedes preguntarle a tu proveedor de cuidado de la salud para que te diga si esos síntomas son normales.

En algún momento durante tu pubertad podrías comenzar a tener sueños eróticos. Mientras duermes, tu pene se va a endurecer, y vas a eyacular (te saldrá semen). Esto es completamente normal. Aunque tal vez sientas alguna vergüenza, la mayoría de los muchachos ocasionalmente tienen un sueño erótico. Van a ser menos frecuentes conforme crezcas, y conforme tengas mas eyaculaciones despierto.

En algún momento, tu voz se va a poner más profunda. De vez en cuando te saldrá algún falsete, pero ese problema también desaparecerá. En muchos muchachos aparecerá barba, y el cabello de tu cuerpo se engrosará. En otros aparecerán espinillas durante la pubertad. Si tienes problemas para controlar tus espinillas, llama a tu clínica de salud para obtener ayuda. Hay muchas medicinas en el mercado que te podrán reducir o eliminar el acné.

El tiempo de la pubertad es muy extraño. Algunas personas crecen más temprano y tienen que enfrentarse al problema de ser más altos y tener su acné antes que el resto de sus amigos. Otros comienzan a crecer después y tienen que esperar a que sus amigos crezcan. De todas maneras, es importante recordar que todos pasamos por esa etapa, y que eventualmente todo vuelve a la normalidad. Si las cosas se ponen confusas, busca a alguien con quien hablar: tu hermano mayor, tu papá, o cualquier otro hombre en quien puedas confiar. Es casi seguro que ellos se sintieron igual que tú ahora y tal vez pueden ofrecer algún consejo.

 
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