Incesto  -  ¿Vive en Houston? 832'867'1406 para una cita con la Dra. Talavera 

Back Home Next

Dra. Cristina Talavera - Consejera Cristiana
Home
Informe
Ansiedad
Soledad
Depresión
Enojo
Culpa
Perdón
Amor
Noviazgo
Relaciones
Matrimonio
Comunicación
Machismo
Violencia
Divorcio
Niñez
Crianza
Abuso
Incesto
Violación
Adolescencia
Riesgos
Vejez
Conductas
Demencia
Sexo-Adol.
Sexo-Fem.
Sexo-Masc.
Sexo-Homo.
Personalidad
Emociones
Trastornos
Autoestima
Dependencia
Adicciones
Alcoholismo
Drogas
Suicidio
Duelo
Fobias
Alimenticio
Embarazo
Aborto

 

Spacer Spacer

Si va a ser de otro mejor yo me la aprovecho

El abuso sexual es una manifestación más común de lo que imaginamos.  Es parte de lo que se llama el mundo privado de las personas.  Incluyendo el mundo privado de las niñas y de las jóvenes a las cuales se les amenaza para mantener en secreto las miradas lascivas, las nalgadas, los piropos, hasta el coito, la mayor parte de las veces, con adultos cercanos, familiares o amigos íntimos de la familia.

Al tratar este tema, las preguntas que usualmente afloran en la mente son ¿qué siente un adulto por las menores de edad que, a pesar del rechazo familiar y social por sus actitudes seductoras y abusivas, las continúan utilizando sexualmente?, ¿es posible que un padre se sienta atraído sexualmente hacia su propia hija? o ¿por qué necesitan a una niña para gratificarse sexualmente?
Entre otras estudiosas del tema, la Dra. Gioconda Batres Méndez, psiquiatra costarricense y con gran experiencia en el

tema de violencia doméstica afirma que la violencia sexual hacia las mujeres ya sean adultas, jóvenes o niñas tiene su explicación en el concepto de poder y masculinidad. 

¿Qué significa poder en términos de género?
La masculinidad es algo que se construye socialmente.  Se inicia en la propia familia, con el reconocimiento que tanto la madre como el padre hacen al nuevo varón que llega al hogar.  Este es el momento en que se asignan los roles y se construye la identidad del niño:  lo que debe hacer o no hacer, qué y cómo sentir, lo que es propio que piense o lo que debe desechar de su pensamiento.  Es un proceso que continúa y se solidifica en la escuela, el barrio, la comunidad y la sociedad en general.

Como parte de la construcción de la masculinidad y de sus roles, al niño se le asigna el poder, y se dictamina que deberá ejercerlo tanto en los espacios privados como en los públicos, con todos los privilegios y beneficios que conlleva.  Esto significa que el varón manda dentro de la casa y fuera de ella también.  

Gioconda Batres documenta que los hombres tienen "el poder simbólico, el concreto, el económico y el psicológico" ya que desde pequeños se les posiciona en un lugar de superioridad con relación a las mujeres de la familia y fuera de ella, tanto que, aprenden a "no escuchar la voz de las mujeres, subordinar los deseos y la voluntad de ellas a los suyos y concentrarse en el cuerpo femenino como un objeto y una imagen, no como una expresión integral de una persona completa consciente, con derechos y sentimientos", como afirma Laura Asturias en su ponencia Construcción de la masculinidad y relaciones de género.

Con base a lo anterior, y en términos de la enseñanza y la asignación del poder como parte del aprendizaje de la masculinidad se puede afirmar que, el hombre es preparado culturalmente para pensar y sentir que cualquier cuerpo de mujer, no importa si es el de la hija, hermana, prima o vecina, es una cosa que puede ser utilizado por él:  el varón tiene el poder para decidir sobre ellas y sus cuerpos. 

Es allí donde se puede comenzar a entender (no a justificar) situaciones que se dan en algunas regiones del país, donde el mismo padre decide "vender" a sus hijas para "servir de mujer de algún finquero", para ir a trabajar a la capital, o para "ocuparse" en centros de prostitución.  Otros padres que piensan que si la hija "va a ser de otro, mejor yo me la aprovecho antes".  Al final que el cuerpo de las hijas es de su propiedad y antes de "entregárselas" a otro en matrimonio, mejor y antes las "utilizan" ellos.  Esto significa que el cuerpo de las mujeres, las niñas y las jóvenes se convierte en objeto de dominio, pertenencia y violencia sobre el cual, los hombres tienen el total control. 

Esta forma de entender la masculinidad en nuestra sociedad guatemalteca y en otras culturas que han pasado por un proceso similar en la construcción de género, ha servido para que algunas personas lleguen a afirmar que el incesto es un fenómeno natural, situación que perpetúa este tipo de violencia hacia las mujeres, las niñas y las jóvenes, personajes que son posicionadas como inferiores en las familias y en la sociedad.  También ha permitido que se continúen proliferando ciertos fenómenos sociales tales como la prostitución y la pornografía infantil, el turismo sexual y el tráfico de niñas para fines sexuales comerciales, como estrategias válidas para la sobrevivencia sexual de los hombres. 
Esta estrategia se fundamenta en la idea de que siempre es necesario que existan mujeres en situación de prostitución.  Mejor si se inician desde muy jóvenes.  Son un mal necesario ya que permiten que las mujeres buenas (las esposas, madres, hermanas e hijas)  puedan circular a salvo de los embates sexuales de los hombres, los cuales desaguan sus pasiones e instintos (todo lo que no pueden hacer con las buenas) con la categoría de mujeres malas (las prostitutas, zorras, leonas, perras, "culos" o sucias como les llaman).  La existencia de éstas últimas permite que la primeras se sientan protegidas y mujeres de mejor categoría.  Todo este enfoque de los géneros permite pensar los cuerpos de las mujeres, las jóvenes o las niñas como cosas que pueden ser comprados, tocados, penetrados, abusados o violados con toda naturalidad, ya que son inferiores por ser tontas, débiles, prostitutas o cosas.

¿Qué corresponde hacer para evitar la violencia sexual hacia las mujeres, niñas y jóvenes en Guatemala?
Ninguna acción en contra de la violencia hacia las mujeres, el maltrato y los abusos a la infancia y juventud, o la explotación sexual comercial, puede ser efectiva por sí sola sin un componente educativo orientado hacia el reaprendizaje de los géneros:  en la medida en que las mujeres reaprendamos que somos seres humanos inteligentes y de gran valor físico y emocional y no cosas, y en la medida en que este aprendizaje lo realicen también los hombres -comenzando desde la misma infancia y juventud- las actitudes violentas, incluyendo las agresiones y delitos sexuales contra las mujeres, jóvenes y niñas va a comenzar a cambiar y disminuir cuantitativa y cualitativamente en el país.

Modificar radicalmente los patrones de crianza y la programación violenta de los hombres hacia las mujeres es una tarea que debe empezar por la misma familia y sobre la cual debe construirse en  la escuela y el resto del sistema social.  Solo así podremos comenzar a construir sociedades y relaciones más horizontales y solidarias.

Indicadores de abuso sexual en niños, niñas y adolescentes

El abuso sexual en niños, niñas y jóvenes es difícil de detectar, dada la variedad de indicadores que presenta y el hecho de que la mayoría de las personas:

No conoce cuales son estos indicadores, y
No presta al niño, niña o joven suficiente atención como para notar que algo lo está afectando

Generalmente las personas piensan que si un niño, niña o joven se comporta diferente, esto se debe a que está tratando de ser independiente, o que se ha vuelto rebelde, o simplemente que está "pasando por la adolescencia".

Un cambio en la conducta no significa necesariamente que la persona sea víctima de abuso, pero los cambios significativos en diferentes áreas del comportamiento, deber ser explorados como un posible indicador que requiere especial atención. Los indicadores antecedidos con *, son especialmente representativos de abuso sexual.

Indicadores Físicos

Pueden existir indicadores físicos que muestran que un niño, niña o un o una adolescente ha sido víctima de abuso sexual:

1. Infecciones recurrentes en el tracto urinario.

2. Enfermedades de transmisión sexual.

3. Ropa interior inexplicablemente manchada o rota.

*4. Sangrados alrededor de la boca, el ano o la vagina (también físuras).

5. Aumento general de trastornos somáticos tales como: dolores de estómago, cabeza, etc.

6. Regurgitación o vómito de alimentos (especialmente si el ofensor ha introducido su pene en la boca del niño, niña o del o la adolescente: felattio).

7. Tono de voz o lenguaje propio de un niño o niña más pequeño.
8. Dolor en el área de la vagina, el pene o el ano.
9. Mojarse en la cama (enuresis).
10. Ensuciarse en la ropa (encopresis).
11. Brotes o rasguños inexplicables.
12. Privarse voluntariamente de alimentos.
13. Comer y luego provocarse el vómito.
14. Picazón anormal en el pene o la vagina.
15. Olor extraño en el área genital.
16. Hallazgo de objetos pequeños en el ano o la vagina del menor.
*17. Embarazo temprano de 9 a 14 años particularmente.
18. Dificultad para caminar o sentarse.
19. Verguenza de su propio cuerpo y resistencia a cambiarse en frente de otros.
20. Los jóvenes varones pueden sentirse atraídos por el fuego y podrían iniciar incendios.
21. Comerse las uñas, los dedos, los labios, hasta romperlos, infectarlos o hacerlos sangrar.
22. Fugarse de los hogares.
*23. Adolescentes mujeres involucradas en pornografía o prostitución.
*24. Promiscuidad.
25. Adolescentes mujeres que desean casarse jóvenes para salir de sus hogares o situaciones abusivas.
*26. Comportamiento muy seductor u obsesivo en relación al sexo, en conversaciones, dibujos, televisión, bromas, películas.
*27. Masturbación excesiva.
*28. Tendencia a abusar sexualmente de parientes o amigos menores en edad.
29. Depresión, pensamientos o tentativas de suicidio.
30. Sentimientos de disociación, es decir, el o la adolescente tiene la sensación de que se está viendo a sí mismo (a) como en un sueño.
31. Temor a la homofobia en los adolescentes varones (miedo a ser considerados homosexuales, temor y odio hacia los homosexuales)

Indicadores de comportamiento.
En niños y niñas

1. Dejar de comer o comer demasiado.
2. Problemas al dormir
3. Pesadillas muy frecuentes.
4. Llanto o lamentos sin razón aparente.
5. Temor hacia los adultos en general.
6. Comportamiento mucho más tímido de lo normal.
7. Comportamiento más dependiente de los padres de lo usual.
8. Hiperactividad.
9. Incapacidad de concentrar la atención en algo por mucho tiempo.
10. Comportamiento regresivo,  propio de un niño o niña de menos edad.
*11. Comportamiento sexual inadecuado para la edad, en su relación con otros niños o niñas o en sus juegos.
*12. Conversación sobre temas sexuales en términos poco adecuados para su edad.
13. Rendimiento académico peor de lo usual.
14. Incapaz de relacionarse bien con otros niños o niñas y compañeros o compañeras de clase de su edad.
15. Comportarse en forma muy agresiva generalmente, llega a pelear con otros (as).
16. Temeroso (a) de alguien en particular, o por el contrario quiere pasar demasiado tiempo con esa persona en especial.
17. Comportamiento como si nada en el mundo le interesara.
18. Temor a la oscuridad.
19. Muy somnoliento (a) en la escuela.
20. Ticks nerviosos en la cara.

En los y las adolescentes:

Algunos de los indicadores anteriores para niños (as) se aplican también a los y las adolescentes, además de los siguientes:

1. Mantenerse aislado (a) a los demás.
2. Evitar llegar a casa.
3. Evade a una persona en especial o quiere estar a solas con esa persona en particular.
4. Malas relaciones con compañeros (as) de clase y amigos (as).
5. Mala auto-imagen, habla de sí mismo (a) en forma despectiva.
6. Con problemas de higiene o arreglo personal, usa algunas veces doble ropa interior.
7. Baja autoestima, dificultad para aceptar un cumplido.
8. Rendimiento acádemico demasiado bajo de lo usual.
9. Ausentismo en la escuela, vagancia.
10. Consumo de alcohol o drogas.
11. Hace todo lo que dicen los demás, falta de acertividad.
12. Actitud hostil y enojo por encima de lo normal.
13. Peleas con compañeros (as) de clase, amigos (as) y/o hermanos (as).
14. Ansiedad, nervios y tensión.
15. Dificultad para confiar en otros (as).
16. Aislado (a) de los (as) demás compañeros (as), amigos (as) o hemanos (as).
17. Sentimiento de suciedad y necesidad de ducharse varias veces al día.

Síndrome de Post-Incesto en las Mujeres: Efectos secundarios del incesto.

INCESTO: Cualquier uso de una niña, niño o adolescente para satisfacer las necesidades sexuales o sexuales/emocionales de una o más personas, cuya autoridad se deriva del vínculo emocional presente con la niña o el niño.
 

¿Experimentas en tu propia vida la mayoría de síntomas de esta lista? Si así es, podrías ser una sobreviviente de incesto. Y si todo esto te hace sentirte aislada de la gente, debes saber que no estás sola. La sanación es posible. Con ayuda, puedes liberarte de tu autoinculpación, de tu aislamiento y del encierro provocado por el Síndrome de Post-Incesto.

La siguiente lista está basada en observación y entrevistas con sobrevivientes de incesto, además del trabajo realizado por la organización Mujeres de Nueva York contra la Violación.

1. Temor a estar sola en la oscuridad; de dormir sola; pesadillas (especialmente de violación, persecución, amenazas, encierro, sangre); terrores nocturnos.

2. Sensibilidad para tragar; sensación de asfixia; repugnancia al agua sobre la cara durante el baño o la natación.

3. Alienación del cuerpo (sensación de que no es tuyo); incapacidad de prestar atención a señales del cuerpo o a cuidar bien de él; una deficiente imagen corporal; manipulación del tamaño del cuerpo para evitar atención sexual; limpieza compulsiva, incluyendo baños en agua hirviendo, o bien una total falta de atención a la higiene o la apariencia personal.

4. Problemas gastrointestinales; trastornos ginecológicos (incluyendo infecciones vaginales espontáneas); cicatrices vaginales/internas; dolores de cabeza; artritis o dolor en las articulaciones; aversión al gremio médico, especialmente a ginecólogos/as y dentistas.

5. Uso exagerado de ropa, aun en el verano; ropas flojas; incapacidad de desvestirte aun cuando es apropiado hacerlo (al nadar, bañarte, dormir); demanda extremada de privacidad al usar el baño.

6. Trastornos alimenticios; abuso de drogas y/o alcohol, o abstención total; otras adicciones; conductas compulsivas (incluyendo actividad compulsiva).

7. Lastimaduras sobre tu cuerpo (cortadas, quemaduras, etc.); autodestructividad; actitud de que puedes soportar el dolor físico: éste es un patrón adictivo.

8. Fobias; pánico.

9. Necesidad de ser invisible, perfecta o totalmente “mala”.

10. Pensamientos, intentos y obsesión de suicidio (incluyendo el “suicidio pasivo”).

11. Depresión (a veces paralizante); llanto aparentemente sin causa.

12. Problemas con la cólera: incapacidad de reconocer o expresar cólera, o de responsabilizarte de ella; temor de una cólera real o imaginaria; cólera constante; intensa hostilidad hacia la totalidad del género o grupo racial/étnico de la persona ofensora.

13. Disociación o separación; despersonalización; entrar en “shock” o un total bloqueo o paralización durante una crisis (cualquier situación tensa siempre constituye una crisis); paralización psíquica; dolor o entumecimiento físico asociado con un recuerdo o emoción (por ejemplo, cólera) o situación (como la actividad sexual) en particular.

14. Rígido control del proceso de pensamiento; carencia de sentido del humor, o una extrema solemnidad.

15. En la niñez, conductas de búsqueda de seguridad: esconderte, aferrarte exageradamente a algo o encogerte de terror en los rincones. En la vida adulta, temor a las sorpresas o a estar siendo observada; reacciones de sobresalto; vigilancia exagerada.

16. Problemas de confianza: incapacidad de confiar (confiar no es seguro); confianza absoluta que se convierte en ira si alguien te decepciona; confianza indiscriminada.

17. Tomar grandes riesgos (retar al destino); incapacidad de tomarlos.

18. Problemas de límites; problemas de control, poder y territorialidad; temor a perder el control; conductas obsesivas/compulsivas (intentos de controlar asuntos sin importancia, simplemente por controlar algo); confusión respecto al poder/sexo.

19. Culpa, vergüenza, baja autoestima, sensación de que vales poco o nada; exagerada apreciación por pequeños favores que otras personas te hacen.

20. Patrón de víctima (te victimizas a ti misma después de haber sido victimizada por otra/s persona/s), especialmente en la actividad sexual; falta de sensación de tu propio poder; falta de reconocimiento de tu derecho a fijar límites o a decir “no”; patrón de relaciones con personas mucho mayores que tú (a partir de tu adolescencia), o bien un extremado sentido de propiedad; revictimización a manos de otras personas (violencia sexual en la vida adulta, incluyendo explotación sexual proveniente de jefes o profesionales que “ayudan”).

21. Necesidad de “producir para ser amada”, de instintivamente saber y hacer lo que otra persona necesita o quiere; para ti, las relaciones implican un trueque (el “amor” te fue arrebatado, no dado).

22. Problemas de abandono; deseo de relaciones en las cuales no hay separación o una distancia saludable; evasión o temor a la intimidad.

23. Sensación de estar guardando un terrible secreto; urgencia por revelarlo o temor a revelarlo; certeza de que nadie escucharía o creería; ser generalmente secretiva; sentirte “marcada” (sensación de que llevas escrito el secreto en la frente).

24. Sensación de estar loca, de ser diferente; te sientes irreal mientras que el resto del mundo te parece real, o viceversa; creas mundos, relaciones o identidades de fantasía (especialmente en las mujeres: imaginar o desear ser hombres, es decir, no una víctima).

25. Negación: no estar consciente en absoluto; reprimir recuerdos; bloqueo de un período de tu vida temprana (especialmente de uno a 12 años, pero bien podría continuar en la vida adulta), o de una persona o un lugar específicos; fingir; minimizar --“No fue TAN malo”--; tener sueños o recuerdos --“Tal vez es mi imaginación”-- (éstas son, en realidad, escenas retrospectivas, a través de las cuales los recuerdos empiezan a ser recobrados); reacciones negativas fuertes, profundas y aparentemente “inapropiadas” hacia una persona, lugar o suceso; “luzazos” sensoriales (una luz, un lugar, una sensación física) sin ningún sentido de su significado; recordar alrededores pero no el suceso. La recuperación de la memoria puede comenzar con el suceso o la persona ofensora menos amenazante. Es posible que los detalles reales del abuso nunca lleguen a recordarse completamente; sin embargo, sí es posible alcanzar una rehabilitación adecuada sin una total recuperación de la memoria. Tu guía interna liberará los recuerdos a un ritmo que tú puedas manejar.

26. Problemas sexuales: las relaciones sexuales son “sucias”; aversión a que te toquen, especialmente durante un examen ginecológico; fuerte aversión a (o bien una necesidad de) actos sexuales en particular; sensación de que tu cuerpo te ha traicionado; dificultad para integrar la sexualidad física y las emociones; confusión o traslape de afecto/sexo/dominación/agresión/violencia; necesidad de buscar poder en el terreno sexual, lo cual en realidad es una reactuación sexual (autoabuso, manipulación --especialmente en las mujeres--; abuso hacia otras personas --especialmente en los hombres--); seductividad compulsiva, o ser compulsivamente asexual; necesidad de ser la agresora en la actividad sexual, o no serlo en absoluto; relaciones sexuales impersonales y “promiscuas” con personas extrañas, en combinación con una incapacidad de tenerlas en el contexto de una relación íntima (conflicto entre la actividad sexual y el afecto/amor); prostitución; ser un símbolo sexual o actriz pornográfica; reactuación sexual para satisfacer las necesidades de cólera o venganza; adicción a la actividad sexual; evasión de la actividad sexual; paralización sexual; llanto posterior al orgasmo; sensación de que todo avance sexual es una persecución, lo cual se percibe como una violación; sexualización de todas las relaciones significativas; respuesta erótica al abuso o la cólera de otra/s persona/s; fantasías sexuales de dominación o de una violación real (cuyas consecuencias son culpa y confusión); embarazo en la adolescencia. Nota: La homosexualidad NO es un efecto secundario del incesto.

27. Patrón de relaciones ambivalentes o intensamente conflictivas (en una verdadera intimidad, es más probable que los asuntos reales salgan a la superficie; en relaciones problemáticas, la concentración puede enfocarse en cosas que no están relacionadas con el asunto real del incesto). La pareja de una sobreviviente a menudo también sufre las consecuencias del Síndrome de Post-Incesto, especialmente en los campos de la actividad sexual y de la relación.

28. Evasión de los espejos, lo cual se asocia a la necesidad de ser invisible, a asuntos relacionados con vergüenza y autoestima y a una percepción distorsionada de la cara o del cuerpo.

29. Deseo de cambiar tu nombre, a fin de desasociarte de la persona ofensora (si comparten el mismo apellido) o para tomar control etiquetándote a ti misma.

30. Tolerancia limitada para la felicidad; alejamiento activo de la felicidad o renuencia a confiar en sentimientos felices.

31. Aversión a “hacer ruidos” (inclusive durante la actividad sexual, el llanto, la risa u otras funciones corporales); extrema vigilancia verbal (un cuidadoso control sobre tus palabras); voz baja, especialmente cuando necesitas que te escuchen.

32. Hurtos (en personas adultas); iniciar fuegos (en la niñez).

33. Trastorno de Personalidad Múltiple (a menudo oculto).

34. Sensibilidad hacia y/o evasión de la comida basadas en su textura (mayonesa = semen) o su apariencia (salchichas = pene), que podrían hacerte recordar el abuso; olores o sonidos que pudieran recordarte a la persona ofensora; aversión a la carne y a alimentos rojos.

35. Honestidad compulsiva o deshonestidad compulsiva (mentiras).

36. Vigilancia exagerada en relación al abuso infantil; incapacidad de detectar abuso infantil o evasión de toda conciencia o mención de éste; tendencia a desarrollar relaciones con perpetradores/as de incesto.
 

NOTA PARA TERAPEUTAS Y OTRAS PERSONAS
Muchos de estos “efectos secundarios” pueden ser consecuencia de otros problemas que ocurren temprano en la vida. Existen, sin embargo, algunos síntomas que casi siempre son indicadores de abuso sexual durante la niñez. Cuando una persona experimenta más de 25 de los síntomas contenidos en esta lista, el incesto debe ser seriamente considerado. Se debe proceder con cautela. También es necesario que las personas sobrevivientes y sus parejas sean tiernas consigo mismas y entre sí.

Qué pasa por la mente de un violador

 "Se trata de individuos con una personalidad de tipo psicopático, con rasgos perversos", describió una profesional a Infobae.com. Dijo que muy por el contrario de recuperarse, "se ve reincidencia muy alta"

Si hay un acto ¿humano? difícil de comprender es la violación. No debe ocurrir en ninguna otra especie. Menos aún podrá entender una mente "sana" que una persona sea capaz de reiterar el abuso.

Con el objetivo de entender qué hace que una persona se convierta en abusador, Infobae.com consultó a la licenciada en Psicología Beatriz Müller (MN 15407 y MP 80540).

"No está determinado qué hace que alguien sea abusador; se trata de determinadas características de personalidad, pero por qué arriba a ellas depende de una historia de vida", detalló la profesional ante el cuestionamiento de si hay un perfil psicológico o una predisposición genética.

En ese sentido, explicó que tienen una "personalidad de tipo psicopático, con rasgos perversos (vinculados a una sexualidad de tipo infantil no constituida, con pulsiones parciales)" y agregó: "Arribar a una genitalidad de adulto normal significa atravesar niveles desde la infancia; se alcanza en la pubertad".

Según la presidente de Salud Activa, en los abusadores, "la genitalidad de adulto no se logra".

"Por esta misma cuestión son personas que tienen una postura absolutamente narcisista, que lo que buscan en una relación con un niño (o por la fuerza con una mujer) no tiene que ver con el placer sexual, sino con un disfrute a través del sufrimiento del otro", aseguró Müller, quien definió a esos vínculos como "más una relación de dominación que de placer; el niño o la mujer están en un lugar de objeto, no son tenidos en cuenta en ningún momento".

Así es que para ellos, el abusado es el objeto al cual dominar y "el placer está dado en dominar al otro, en convertirlo en nada".

Respecto de su temperamento, lo identificó más con el de un asesino serial, que "se siente poderoso, siente placer por dañar".

Por qué eligen víctimas conocidas
Un rasgo que suma a la "relación despareja" es el hecho de que el abusador "domina" porque siempre se trata de alguien que "está cerca y es importante para el niño, u ocupa lugar de superior".

"La mayor cantidad de las violaciones son las intrafamiliares: abuelo, tío, padrastro, padre", remarcó la profesional, quien destacó que la característica casi distintiva es que el abusador tiene doble cara: "Para afuera es el mejor de todos, tiene una imagen pública compradora, y para 'adentro', con el niño, es el peor".

En ese sentido, es la misma "situación de poder de uno sobre el otro hace que no se denuncie", junto con la incomprensión del hecho por parte del abusado, que "piensa que el padre, abuelo, tío, etc. es lo más grande que tiene".

"Hay un juego de seducción; el abusador envuelve a su víctima en una situación de 'hechizo', al punto de que queda inmerso en un vínculo del que llega a creer que tiene culpa o responsabilidad en lo que pasa".

Asimismo, en el caso de las mujeres -dijo Müller- hay una sociedad/cultura que se ocupa de hacer creer que la víctima provocó la situación.

Por duro que suene, no hay vuelta atrás
"Hasta ahora no". Así de contundente fue la respuesta a la pregunta de si un violador puede recuperarse. "En ninguna parte del mundo se ve que se recuperen. Al contrario se ve una reincidencia muy alta", destacó Müller, quien subrayó: "Van a la cárcel, cumplen la condena y vuelven a repetir, en otra zona".

"Para modificar una conducta, tenés que tener conciencia de que algo no está bien; si no te arrepentís de verdad, no hay conciencia de patología", subrayó la profesional, para quien "un hombre que abusa de su hijo no es un padre; el niño ya no tenía padre, por lo que no lo pierde" (en referencia a los planteos de defensa que hacen hincapié en la importancia de no dejar al menor sin familia).

Las "señales" que da un niño abusado
Pese a que las técnicas de evaluación suelen ser "escuetas", dado lo poco descriptivo que son los relatos de los niños, según Müller, "los menores tienen otras maneras de 'decir'". Para empezar, ellos (los niños) no hablan de situaciones que tienen que ver con lo sexual si no las conocen, por lo que menos van a fabular, ya que ellos suelen inventar fantasías, pero con elementos que conocen.

"Lo primero que un niño evidencia son cambios de conducta: nenes alegres se retraen, otros vuelven a etapas anteriores (se hacen pis cuando habían alcanzado control de esfínteres), o desarrollan conductas de tipo sexualizadas (nenas 'provocan', quieren dar beso en la boca o tocar partes genitales de adultos), así como también algunos sufren trastornos de sueño, pesadillas o miedo a los adultos", detalló Müller, entre las características que deberían tenerse en cuenta ante la duda de que un menor haya sido abusado.

 
News Presentamos
Doctora Talavera en el programa "Aquí y Ahora"

Doctora Talavera en su programa "Un Futuro Mejor"

Spacer

News En los medios
Doctora Talavera en radio "Shoboy en la mañana."

Doctora Talavera publicada en LatinaStyle.

Spacer

News  Counseling
Terapia Psicológica Diez modelos de Consejería.Cristiana

La Biblia consuela -los textos divinos para la consejería.

 

 

 

 

 Content ©2001-2014, Psicología Popular
 Home PageContact Us Search This Site