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Dra. Cristina Talavera - Consejera Cristiana
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CONDUCTA PERSEVERANTE Y REPETICIONES

En esta página se ofrece información sobre aquellos comportamientos que consisten en conductas repetitivas o perseverantes, tanto verbales como físicas (gestos, movimientos). Este tipo de comportamientos es muy común en aquellas personas que presentan deterioro cognitivo, ya que éste afecta a la capacidad de las personas para recordar algún suceso (ej: qué se les ha contestado, dónde han puesto las llaves, etc.).

Ejemplos de comportamientos repetitivos
Repetir preguntas.
Pedir cosas.
Llamar con frecuencia.
Moverse de un sitio para otro.
Buscar algún objeto.
Asegurarse de algo (ej: haber cerrado la puerta o el gas, apagar la luz).

¿Por qué pueden ocurrir estos comportamientos repetitivos?

Aburrimiento

Es posible que el comportamiento se deba a que está "llamando la atención", por ejemplo, porque se aburre y quiere distraerse, o porque se siente sola y quiere compañía.

Olvido

En ocasiones puede parecer que no escucha o no hace un esfuerzo por recordar (y por eso repite las preguntas). Ante esta posibilidad, la persona que cuida puede pensar que no se le está prestando atención o que se podría hacer un esfuerzo por recordar, pudiendo llegar incluso a enfadarse ante la conducta repetitiva.

En realidad, un comportamiento de este estilo (por ejemplo, preguntar repetidamente si se ha apagado el gas) puede ser consecuencia del deterioro cognitivo, que provoca en la persona una pérdida progresiva de la memoria. Esta pérdida de memoria puede generar en la persona un sentimiento de inseguridad o incertidumbre, que es el que en último término provoca el que se repitan las preguntas o los comportamientos repetitivos (ej: buscar las llaves, asegurarse de si se ha cerrado una puerta, etc.).

Malestar físico.

En ocasiones, las conductas perseverantes o repetitivas pueden estar indicando que no se encuentra cómoda por algún motivo, siendo este tipo de comportamiento la manera a través de la cual la persona expresa o manifiesta su malestar. Puede no reconocer cuál es la causa de su malestar, lo que contribuye a que se muestre inquieta (siendo el comportamiento perseverante o repetitivo una manifestación de esta inquietud).

Algunos ejemplos de situaciones que pueden provocar malestar físico son:

Sensaciones de hambre o sed.
Necesidad de ir al baño.
Dolores o enfermedades.
Temperatura inadecuada (frío o calor).

Malestar psicológico.

Es posible que se encuentre preocupada o inquieta por algún motivo (por ejemplo, por la enfermedad de un familiar). Dormir mal o estar agotado por alguna actividad puede influir también en que la persona no tenga la misma capacidad que en otros momentos de recordar o de prestar atención a las cosas.

Consejos útiles para prevenir o disminuir la aparición de estos comportamientos
Mantener la calma y responder a las preguntas pausadamente, aunque sea la "octava vez" que la hace. Es perferible contestar orientando hacia acciones, hechos o situaciones inmediatas, que hacia referentes temporales o espaciales.
Hablar a la persona despacio, para que le resulte más sencillo entender y facilitar el que no tenga la necesidad de preguntar constantemente para poder comprender o recordar.
Responder a las preguntas con claridad, concretando las mismas lo máximo posible de tal forma que sean lo menos ambíguas posibles.
Explicar las cosas de distintas maneras, por si alguna de ellas no es comprendida con claridad.
Distraer a la persona con otra actividad.
Tratar de responder sin enfadarse o sin argumentar (ej: sin decir "es la décima vez que te respondo").
Crear un ambiente agradable en el que la persona no se sienta incómoda.
Proporcionar "ayudas a la memoria". Por ejemplo, tener un calendario a la vista de la persona, tener las cosas por las que la persona suela preguntar a la vista y bien ordenadas, tener escrito en un papel a qué hora hay que tomarse un medicamento, etc.
En el caso de que se crea que se comporta de esta manera porque se encuentra agitada o nerviosa, se recomienda visitar la página dedicada a agitación.

SUSPICACIAS, ALUCINACIONES Y DELIRIOS

Las personas que sufren alucinaciones ven u oyen cosas que para los demás no existen, pero que para ellos forman parte de una realidad. Pueden sentir, oler o tocar cosas que realmente no existen, que están presentes únicamente en su imaginación. También pueden mantener ideas erróneas acerca de la realidad, que en ocasiones toman la forma de sospechas o suspicacias sobre el robo de algunas pertenencias ("mi hija me roba el dinero"), de persecución ("me quieren hacer daño") o ideas de culpa ("soy una mala persona").

La ocurrencia de este tipo de situaciones provoca en los cuidadores un gran malestar, ya que se desconciertan (al ver que algo que no existe es dado por seguro por la persona cuidada), no saben como actuar y, por lo tanto, sufren un gran impacto emocional (tristeza, ganas de llorar, ira, etc.).

Este tipo de problema no es muy frecuente entre las personas mayores. Las razones por las que una persona puede presentar este tipo de comportamiento puede ser:

Fase avanzada de una demencia (aumento de la dificultad para orientarse en la realidad). Esta es la circunstancia más frecuente.
Efectos secundarios de algunos medicamentos.
Depresión severa.
Lesión cerebral.
Cambio de residencia.
Algunas enfermedades.
Problemas visuales o auditivos, de alimentación o falta de descanso.
Factores ambientales:
Inadecuada iluminación (puede producir sombras).
Ruidos o estímulos que no permitan escuchar bien (ej: hablar bajo o susurrar).
Traslados de domicilio.

 

Sugerencias generales ante la aparición de alucinaciones o suspicacias.
 
Evaluación médica ante la posible presencia de:
enfermedades
efectos secundarios de medicamentos
problemas sensoriales
problemas nutricionales
Tener en cuenta aspectos tales como:
¿está descansando bien la persona?
¿está nerviosa?
¿tiene algún tipo de necesidad? (alimentación)
Evitar cualquier fuente de ambigüedad o de confusión:
Evitar fuentes de ruido o de estrés.
Procurar no hablar bajo (susurrar) en presencia de la persona.
Mirar a la persona de frente al hablarle.
Presentar siempre a la persona que realiza una visita.
Procurar saber dónde suele olvidar las cosas.

Causas de las alucinaciones y las suspicacias

A veces, los cuidadores u otras personas cercanas a la que recibe los cuidados valoran de una manera particular las primeras manifestaciones de este tipo (suspicacias o alucinaciones) atribuyendo algunas causas a la forma de comportarse de sus familiares que no responde a las causas reales.

Si al hecho de cuidar a una persona que tiene conductas suspicaces o alucinaciones, que ya es suficientemente impactante, se le añade que además se valoran socialmente de manera poco apropiada estos comportamientos, el resultado es un gran malestar en el cuidador.

En la tabla siguiente se observan cuáles son las valoraciones que frecuentemente realizan los cuidadores y cuáles son, en realidad, las causas de tales comportamientos.

Causas que atribuyen los cuidadores Causas reales
En el caso de las alucinaciones:

La persona está mentalmente enferma (loca), el alzheimer está avanzando.

En el caso de las suspicacias:

La persona se está volviendo paranoica, está perdiendo la cabeza, está tratando de provocar enfado o hacer daño, etc.

En el caso de las alucinaciones:

La capacidad de las personas para interpretar la información adecuadamente se ve afectada por el deterioro progresivo del cerebro. Las alucinaciones son generalmente malinterpretaciones de sonidos, sombras o acontecimientos que han ocurrido en realidad.

En el caso de las suspicacias:

Las personas con daño cerebral reaccionan en ocasiones de esta manera ante la inseguridad que genera el tener problemas de memoria. Generalmente, las acusaciones van dirigidas hacia el cuidador principal, que es la persona más próxima.

 

¿Qué hacer cuando se presentan alucinaciones o suspicacias?
Mantener la calma Si se permanece tranquilo, se puede transmitir a la persona, que en ese momento se encuentra asustada y angustiada, una sensación de sosiego que será de gran utilidad para tranquilizarla.
Identificarse Permaneciendo en el campo visual de la persona, decir nuestro nombre permitirá que la persona lo reconozca, facilitando que se sienta confiada y protegida por alguien que no le es extraño.
Hablar de forma suave Dirigirse a la persona con un tono de voz suave. Si a la persona no le desagrada el contacto físico, se la puede tranquilizar también a través de un abrazo, cogiéndole la mano, etc.
Prestar atención y proteger Escuchar a la persona para que se sienta atendida y protegida. Decir que se va a hacer cargo de los problemas o que se va a comprobar que todo marcha bien.
Comprobar Asegurarse de que las preocupaciones no están justificadas antes de proceder a tranquilizar y distraer a la persona.
Prestar atención y proteger Escuchar a la persona para que se sienta atendida y protegida. Decir que se va a hacer cargo de los problemas o que se va a comprobar que todo marcha bien.
Asegurar que no sucede nada Demostrar que no está ocurriendo lo que piensa. Para ello, además de con palabras, conviene, en función de cada caso, llevar a cabo acciones que demuestren que no ocurre nada (ej.: registrar la habitación y decir que no hay nadie, que volverá en unos minutos para comprobar que todo sigue en orden, etc.).

Distraer Tratar de que la atención de la persona no se centre en el tema de la suspicacia o de la alucinación. Realizar otra actividad que permita que la persona deje de preocuparse por lo que acaba de pasar. Por ejemplo: "vamos a la cocina a tomar un vaso de leche caliente".
Utilizar medios auxiliares Utilizar medios que puedan ayudar a prevenir las alucinaciones. Por ejemplo, utilizar una pequeña luz por la noche, poner un timbre o una campanilla para que la persona pueda avisar si ocurre algo, etc.
Explicar la situación Si las alucinaciones ocurren en público, no avergonzarse. Guardar la calma y explicar la situación a las personas presentes. Recordar que no hay nadie culpable de la situación, sino que tan sólo es una manifestación más de la enfermedad. No hay nada por lo que avergonzarse.
Dejarlas pasar No todas las alucinaciones o delirios son negativas. Si las alucinaciones no entrañan un peligro o malestar para la persona u otras personas, puede ser una alternativa dejar que ocurran (por ejemplo: si la persona está hablando sin alterarse con alguien que no existe realmente).

 

¿Qué no hacer cuando se presentan alucinaciones o suspicacias?
Discutir o argumentar No discutir con la persona que sufre alucinaciones ni negar la existencia del objeto de la alucinación. A través de la discusión o la negación se puede conseguir poner más nerviosa o frustrada a la persona.
Responder No es necesario decir que se está de acuerdo ni discrepar. Proporcionar una respuesta que no comprometa (ej.: "yo no oigo las voces que tú oyes, pero me imagino que te hacen sentir miedo".).
Ser especialmente cariñoso Aunque es importante prestar atención y atender las necesidades de la persona que cuidamos, no conviene ser demasiado cariñoso en estas ocasiones. Reservar las manifestaciones de afecto para estados de ánimo más positivos, por ejemplo, cuando la persona ya se encuentre más calmada.

COMPORTAMIENTOS SEXUALES INAPROPIADOS

En esta página se van a tratar los efectos del deterioro cognitivo sobre la vida sexual y, más específicamente, sobre la desinhibición del comportamiento sexual.

En primer lugar, es importante tener en cuenta que en las personas mayores, aunque presenten deterioro cognitivo, no necesariamente desaparece su vida sexual. Continúan teniendo sensaciones, percibiendo estímulos (señales) de contenido sexual y teniendo respuestas sexuales ante éstas, etc.

Los problemas surgen como consecuencia de las alteraciones neurológicas que se producen en las zonas cerebrales encargadas de controlar las inhibiciones de los impulsos sexuales.

Así, es posible que por esta desinhibición de los impulsos sexuales se produzcan comportamientos como los siguientes:

Aumento de la necesidad o de la frecuencia de mantener relaciones sexuales.
Exibicionismo.
Autoestimulación o masturbación.
Comentarios o proposiciones de contenido sexual.
Insinuaciones a personas jóvenes.
Tocar a otras personas.
Conductas sexuales en presencia de otras personas (niños, jóvenes, etc.).

Además, los cambios en la conducta de la persona pueden tener implicaciones en la vida familiar.

La vida sexual con la pareja puede sufrir modificaciones:
puede desaparecer el afecto o los comportamientos previos a la relación sexual.
el tipo de relación que se mantenía puede variar debido a la desaparición de las inhibiciones morales, sociales o religiosas que tuviese la persona.
La pareja puede tener sentimientos de confusión, remordimientos o culpa ante el hecho de mantener relaciones sexuales con una persona enferma.

La manera de actuar en estos casos depende del otro miembro de la pareja. En cualquier caso, siempre se trata de una opción razonable. Se puede seguir manteniendo relaciones sexuales, evitarlas de manera suave, decidir en función de las circunstancias, etc. Cualquier decisión es válida, lógica y comprensible.

En ocasiones, los comportamientos pueden afectar al cuidador o a otros familiares.

En el siguiente cuadro se presentan, en el recuadro de la izquierda, algunas de las situaciones que pueden provocar la aparición de alguno de estos comportamientos y, en el recuadro de la derecha, algunas sugerencias que pueden aydar a prevenir o evitar la aparición de los mismos.

POSIBLES CAUSAS O ANTECEDENTES ESTRATEGIAS DE AFRONTAMIENTO
- Disminución de la capacidad de juicio y de la conciencia social.

- Malinterpretación de la interacción con el cuidador.

- Ambiente poco confortable (ej.: muy caluroso).
Necesidad de ir al baño.
Ropa ajustada.
Irritación genital.

- Necesidad de atención, afecto o intimidad.

- Autoestimulación (comportamiento que les hace sentir bien)
- No reaccionar violentamente o enfrentarse con la persona. Responder firmemente pero con calma. Distraer y proporcionar otra actividad a la persona.

- No dar mensajes con posible doble sentido, ni aunque sea "de broma". Distraer durante las tareas de cuidado personal.

- Valorar la temperatura de la habitación. Asegurarse de que las necesidades de evacuación están satisfechas. Valorar posibles problemas médicos.

- Satisfacer las necesidades básicas de afecto (calidez, caricias).

- Ofrecer intimidad.
 
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